El enorme apagón que afectó a la península Ibérica el 28 de abril ha reavivado un debate en España sobre el plan del país para eliminar gradualmente sus reactores nucleares mientras genera más energía con fuentes renovables.
Mientras la gente espera respuestas sobre la causa del histórico corte de energía, que interrumpió abruptamente la vida de decenas de millones de personas, algunos cuestionan la necesidad de desmantelar los reactores nucleares que proporcionan una forma de energía estable, aunque controvertida, en comparación con las renovables, cuya producción puede ser intermitente.
Pedro Sánchez, ha rechazado esas críticas y pedido paciencia mientras el gobierno investiga qué causó la desconexión de la red. Afirmó que su gobierno no se desviará «ni un solo milímetro» de sus planes de transición energética.
La energía nuclear no es renovable, ya que necesita una clase de combustibles muy concretos: átomos pesados e inestables. Un ejemplo de ellos es el uranio que, si bien se halla en la naturaleza, no puede regenerarse por sí solo.
Esto es lo que hay que saber sobre el debate energético:
¿Qué es la energía nuclear y por qué es controvertida?
La energía nuclear es una fuente de energía sin emisiones de dióxido de carbono formada a partir de la fisión nuclear, cuando los núcleos de los átomos se dividen en dos o varias partes, liberando energía.
Representa aproximadamente el 10% de la generación de electricidad en todo el mundo, según la Agencia Internacional de la Energía.
Muchos países consideran la energía nuclear crítica para alcanzar sus objetivos de cero emisiones netas. Pero aunque los reactores nucleares no emiten gases de efecto invernadero que calientan el planeta como las plantas de energía de gas o carbón, producen residuos radiactivos que incluso las economías más avanzadas han tenido dificultades para eliminar.
Apagón histórico del pasado 28 de abril
Que afectó a la península ibérica ha reavivado de manera indirecta un debate arraigado desde hace décadas en la sociedad española: el de la energía nuclear. El hecho de que las primeras sospechas sobre el fallo eléctrico masivo se centrasen en las energías renovables (cuya aportación es mayoritaria en el mix energético español) algunos han puesto en tela de juicio la fiabilidad de estas tecnologías a la hora de aportar un suministro seguro y estable.
Si el fallo eléctrico masivo ha cuestionado la robustez del actual modelo energético, la pregunta inevitable es si el apagón podría haberse evitado en el caso de que las centrales nucleares hubiesen estado funcionando a pleno rendimiento.
Una cuestión que a su vez se relaciona con la posibilidad de recuperar un mayor peso de la energía nuclear dentro del mix español, lo que implicaría la ampliación del calendario de cierre de las cinco plantas que funcionan en nuestro país.
La clausura de las centrales nucleares activas en España -Almaraz, Ascó, Cofrentes, Trillo y Vandellós- fue pactado en 2019 con las compañías que las gestionan -Iberdrola, Endesa, Naturgy y EDP-, y establece un desmantelamiento escalonado entre 2027 y 2035.
Sin embargo, este plazo no es una imposición, y las empresas pueden extenderlo el tiempo que deseen. Aunque aquí lo primero que hay que tener en cuenta es la rentabilidad, ya que los costes de mantenimiento de una central nuclear son altísimos, y en un contexto de pérdida progresiva de protagonismo en detrimento de las energías renovables, los propietarios de las centrales nucleares buscan fórmulas fiscales o unas condiciones económicas favorables para poder cuadrar los números y seguir operando.
Las centrales nucleares consideran que la fiscalidad que pagan es elevada y les resta competitividad. Dentro de esta normativa fiscal, el verdadero punto de fricción es la conocida como ‘tasa Enresa’, una tarifa fija destinada a sufragar los costes de gestión del combustible nuclear y los residuos radiactivos generados, así como el futuro desmantelamiento y clausura de las plantas al final de su vida útil. Como su propio nombre indica, se paga a la Empresa Nacional De Residuos Radioactivos (Enresa), que depende del Ministerio para la Transición Ecológica.
Desde el Gobierno, parecen tener claro que esta tasa tiene que ser asumida por las compañías energéticas, y que en ningún caso debe repercutir en los ciudadanos.
El pasado miércoles, durante su intervención a petición propia en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones sobre el apagón, el presidente Pedro Sánchez aseguró que la energía nuclear «no es competitiva», y criticó que quienes abogan por prorrogar el cierre «omiten la cara B de su propuesta», que es «exigir una bajada sustantiva del impuesto energético y de la tasa Enresa», es decir, «alargar la vida útil de las centrales no a costa de sus multimillonarios sueldos y dividendos, sino a costa del bolsillo del consumidor. Y a costa de reducir los ingresos fiscales que se emplean para financiar nuestro estado de bienestar».
100% renovables
Si parece claro que el futuro energético es 100% renovable, especialmente en un país que cuenta con más sol y más viento que el resto de sus vecinos europeos, el debate parece haberse instalado en el recorrido hasta llegar allí, con una energía nuclear condenada a desaparecer, pero que antes deberá afrontar un horizonte en el que puede tener mayor o menor relevancia.
«La convivencia es posible si se cumple el plazo del cierre de las centrales nucleares. Con una ampliación de este plazo, o una mayor ambición de la entrada de renovables, no es posible», se muestra rotundo al respecto Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables.
Este experto considera que «llevar la pelea del apagón a la confrontación renovables-nuclear solamente es posible si le echas la culpa a las renovables, y no la tienen«.
«La nuclear en estos momentos es más cara, genera residuos radiactivos y no es gestionable – en lo relativo a subir y bajar potencia cuando el operador del sistema lo requiere, para aportarle estabilidad-. Además, si quieren seguir más allá de 2035, las compañías tendrán que asumir todos los costes de gestión de los residuos y las inversiones para mantener la seguridad del sistema«, declara.
«Para mí, la energía nuclear no representa ninguna opción ni por coste, ni por seguridad, ni por flexibilidad, ni por hipoteca de futuro debido a los residuos«, recalca Ferrando, quien explica que para poder completar el camino hacia un modelo en el que tengan un protagonismo exclusivo, a las energías renovables les hacen falta cinco elementos: «almacenamiento, interconexión con Francia, digitalizar y modernizar nuestras redes, acelerar la electrificación de la demanda y avanzar en la flexibilidad de la demanda«.
¿Qué pasa con el almacenamiento?
A diferencia de las renovables, la energía nuclear aporta estabilidad al sistema eléctrico español porque genera una gran cantidad de energía de forma constante y predecible.
Sin embargo, en casos de apagones masivos, tampoco ofrece flexibilidad, porque los reactores no pueden arrancar o variar su producción rápidamente, lo que impide que respondan con agilidad ante caídas súbitas de suministro o cambios bruscos en la demanda.
Una capacidad de reacción que hay que buscar en otras fórmulas, como el almacenamiento, capaz de inyectar inmediatamente la energía necesaria para devolver el equilibrio al sistema.
Este almacenamiento se puede obtener principalmente por medio de dos vías: las centrales hidroeléctricas, capaces de liberar agua y turbinar en cualquier momento, y las baterías, que actúan como depósitos de electricidad, aunque todos los expertos coinciden en que el desarrollo de esta última tecnología está muy retrasado con respecto al despliegue de las renovables.
Por ello, en la implantación progresiva de las energías renovables, quizá el mayor reto es desarrollar sistemas eficientes de almacenamiento que garanticen un suministro estable, para evitar situaciones como la del pasado 28 de abril.
El divulgador sobre el mundo de la energía Marcial González expone que «la estrategia que ahora mismo tiene España sobre la mesa es, conforme se van cerrando las centrales nucleares hasta ese mix 100% renovable, ir aumentando su capacidad de almacenamiento«.
Sobre la convivencia de la energía nuclear con las renovables, este especialista destaca que «ya estamos en ella«, puesto que en España «llevan muchos años conviviendo las altas penetraciones de energías renovables, por encima del 50% en muchas zonas, con grandes cantidades de energía nuclear«.
«Cuando tenemos que definir un mix energético, nos tenemos que plantear que qué es lo que queremos en ese sistema«, prosigue este doctor en Ingeniería Eléctrica, y apunta a que «en España buscamos fundamentalmente tres cosas: que el sistema eléctrico sea fiable, que genere electricidad sin emisiones y que lo haga de la forma más barata posible«. «Lo que hay que valorar es si la energía nuclear, según los tres principios anteriores, encaja en la generación que queremos para el futuro«, se plantea.
«La nuclear ya sabemos que no emite dióxido de carbono, y que es fiable entre comillas. Lo que nos queda por saber es si se trata de la energía que nos genera la electricidad de forma más barata, que es el punto clave en el debate de nuclear contra renovables, aunque para eso hace falta que las compañías energéticas sean transparentes con los números», comenta. También puntualiza que «aunque es verdad que la nuclear es una tecnología sin emisiones, tiene el problema de que tenemos que gestionar sus residuos, algo que no sabemos todavía cómo hacer en España, porque aunque hay un supuesto plan, todavía tiene muchos puntos que no están claros«.
Descarbonización
En su impulso de la descarbonización de la economía europea, Bruselas ha catalogado recientemente a la energía nuclear como una fuente sostenible, incluyéndola en su taxonomía verde. Esta decisión, cargada de una fuerte polémica, podría justificar cualquier apuesta por la energía nuclear como parte de la estrategia climática de los países comunitarios, mientras siguen desarrollando las renovables.
Francisco Calviño, catedrático de Ingeniería Nuclear de la Universitat Politècnica de Catalunya, coincide en que «enfrentar a energías renovables contra energía nuclear es un debate ficticio, porque no compiten entre sí». «El debate debería estar en las energías fósiles, y no se está produciendo», critica.
«En realidad, lo que vamos a vivir es una transición energética hasta que podamos llegar a una demanda fundamentalmente con renovables, que es lo que se busca«, continúa, y advierte de que «en los próximos 20-30 años, antes de completar el recorrido, tenemos que tener un sistema o un conjunto de sistemas que nos permitan esa estabilidad, y las renovables no tendrán la suficiente capacidad todos los días del año para cubrir la demanda, entre otras cosas porque España va bastante retrasada en sistemas de almacenaje».
«Si eliminamos la energía nuclear, habrá periodos en los que tendremos que meter más gas del necesario, y lo que sí que tenemos todos claro es que lo que tiene que ir desapareciendo es el gas, porque genera CO2«, añade.
Sobre la gestión de los residuos nucleares, que es otro de los puntos más conflictivos, Calviño indica que «la gente se preocupa por ellos, pero es que ya los tenemos».
«Llevamos funcionando con centrales nucleares 40 años en España, por lo que la cantidad añadida de residuos que vamos a tener si las centrales se mantienen durante 20 años más va a ser relativamente pequeña«, destaca, para apuntar que «los residuos nucleares son los únicos residuos industriales que se sabe exactamente dónde están, porque se encuentran almacenados y totalmente controlados«.