“Los eurodiputados le retiraron a Monsanto el acceso parlamentario, después de que la empresa rechazara participar en una audiencia, sobre las acusaciones de haber influido indebidamente y de manipular los resultados de los estudios acerca de la seguridad del glifosato, principio activo de su herbicida RoundUp.”
Mientras tanto, el gigante de los pesticidas sigue haciendo campaña en contra del toxicólogo estadounidense Portier, quien fue uno de los científicos invitados por la IARC, cuando el glifosato se calificó de posible cancerígeno.
Por su parte el Parlamento Europeo continua sin decidirse a renovar la licencia del tristemente célebre herbicida y muchos eurodiputados se quejan de que en los debates faltan datos científicos y sobran opiniones, de corte netamente político.
Adiós Monsanto del Parlamento
Al “lobby” de Monsanto se le ha prohibido el acceso al Parlamento Europeo, tras la negativa de la multinacional a asistir a una audiencia, en la que debía responder acerca de las acusaciones de “interferencia regulatoria”, que pesaban sobre ella.
Esta es la primera vez que los eurodiputados hacen valer las nuevas reglas, para retirarle el acceso parlamentario, a aquellas empresas que se niegan a asistir a una convocatoria específica, del órgano gubernamental de la UE.
Tras haber recibido la citación a una audiencia organizada por los comités de Medio Ambiente y Agricultura, que además contaría con la presencia de académicos, reguladores y activistas, para dar explicaciones acerca de la acusación de influencia indebida, Monsanto respondió, que no consideraba al Parlamento Europeo un “foro adecuado” para tratar estos temas.
Esta actitud provocó la indignación de los eurodiputados, que por amplia mayoría decidieron que los funcionarios de Monsanto ya no podrán reunirse con ellos del Parlamento Europeo, ni asistir a reuniones de comités, ni utilizar los recursos digitales de las instalaciones en Bruselas o Estrasburgo.
Los “papeles de Portier”
La empresa de abogados Weitz y Luxenberg representan actualmente a miles de personas, que reclaman a Monsanto daños y perjuicios, acusándoles de que su producto el Glifosato, les ha provocado diferentes enfermedades (cáncer Non-Hodgkin», leucemia linfocítica crónica, etc.).
Irónicamente, a partir de documentos presentados ante la corte por uno de estos procesos, en los que el toxicólogo Christopher Portier figuraba como consultor, Monsanto ha comenzado una campaña de desprestigio en contra de Portier.
La empresa acusa a Portier de tener “intereses creados” y de recibir pagos “extra” de parte de los abogados, para que los resultados coincidieran con sus acusaciones. Portier se defiende explicando, incluso ante la euro cámara, que la asesoría se realizó en calidad de “ciudadano privado”.
El problema reside en que el Dr. Portier ya era asesor de la IARC y que, según Monsanto, fue uno de los principales culpables, de que este organismo declarase en 2015 la “probabilidad” de que su producto estrella, el glifosato, fuese cancerígeno, por lo que acusa a Portier de falta de objetividad y de haber sido sobornado.
Portier se declara inocente y asegura estar siendo objeto de una maniobra de desacreditación por parte de la empresa, pero Monsanto insiste en que, ninguna sentencia que se base en las opiniones y juicios del toxicólogo puede tener validez jurídica.
Mientras tanto, en el Parlamento Europeo continua el debate acerca de la renovación de la licencia de Monsanto, para poder seguir vendiendo su producto RoundUp en la Unión Europea, un proceso que muchos se quejan que, se está “politizando”, cuando las decisiones deberían basase únicamente en datos científicos.