El 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental 2025, que tiene su origen en 1975, año en que se celebró en Belgrado el Seminario Internacional de Educación Ambiental. Un evento que sirvió para establecer los principios de la educación ambiental en el marco de los programas de las Naciones Unidas. Además, se publicó la Carta de Belgrado, en la cual se plasman los objetivos fundamentales de la educación ambiental a nivel mundial.
La destrucción de la naturaleza está afectando nuestras posibilidades de alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) adoptados por todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas en 2015 para poner fin a la pobreza, reducir la desigualdad y construir sociedades más pacíficas y prósperas para 2030, y pone en riesgo nuestro futuro común. El planeta está en crisis inducida por el ser humano: el cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad, y la contaminación está llevando a la naturaleza al punto de no retorno.
Como es obvio, este no es un día festivo, sino de reflexión, de concienciación y de apuesta por un futuro más limpio. Como sociedad ya hemos tomado algunas medidas para preservar el medio ambiente, pero aún nos queda un largo camino por recorrer y la educación ambiental será clave para que este movimiento de protección sea mundial y eficaz.
Por eso es tan necesario el Día Mundial de la Educación Ambiental, porque es la fecha elegida para sensibilizar a la sociedad sobre la estrecha relación que existe entre el desarrollo humano y la conservación del planeta y lo necesario que resulta que ambos eventos avancen juntos y no, que uno lo haga a pesar o a cuentas del otro.
¿Qué objetivos tiene la educación ambiental?
Concienciación
Es fundamental e imprescindible apoyar a todas las personas para que, tanto a nivel individual como colectivo, logren adquirir una mayor conciencia de la enorme importancia que tiene el cuidado del medio ambiente y la naturaleza. Y de que cada uno tiene una cuota de responsabilidad para conseguirlo. Ya que de su supervivencia dependerá la del resto de los seres vivos, incluidos los humanos.
Conocimiento
La gente necesita comprender muy bien cuáles son los problemas que afectan al medio ambiente, qué tipo de responsabilidad les compete en ello y cómo y cuántos recursos consume. Si no tienen conocimiento cabal del problema, es imposible que se involucren. Y que sean parte activa de la solución.
Actitud
Es importante que todos los habitantes del planeta sean conscientes de la grave problemática que se cierne sobre el medio ambiente a nivel mundial y de que el mayor mal que le afecta proviene de nuestro ‘modus vivendi’, para que se impliquen seriamente y promuevan la participación activa de todos los demás. Solo así es posible conseguir resultados positivos.
Capacidad de evaluación
Resulta imprescindible la colaboración de todos, no solo a la hora de actuar de manera responsable (reciclando, cuidando recursos, etc.) sino también a la de realizar una evaluación de las medidas de los programas de educación ambiental. Para ello es crucial conocerlas, aplicarlas y poder medir su eficacia y compartir estos datos con los diferentes grupos sociales.
Participación
Si hay un objetivo común, que en este caso sería lograr que la educación ambiental llegue a todos los rincones del planeta, la participación activa de todos y cada uno de sus habitantes resulta tan significativa como esencial. Solo entre todos conseguiremos concienciar, actuar y finalmente proteger nuestro medio ambiente de la destrucción a la que lo venimos sometiendo desde hace siglos.