“Ayer Frank publicó un video en el que mostraba la dura realidad a la que se enfrenta este acérrimo defensor de los animales, para poder lograr que un animal salvaje ‘odie’ al ser humano, de forma que una vez libre le tema y eso, le salve la vida. Hoy se queja amargamente de la incomprensión, que hay detrás de las acusaciones de crueldad que se le achacan.”
Demasiados “No me gusta”
Si bien es cierto que Frank ha recibido infinidad de mensajes de apoyo por la tarea que realiza, de rescatar y recuperar animales para poder liberarlos, cuenta en su último video, que YouTube le ha enviado un email, advirtiéndole que tenía “demasiados reportes” (más de 500), es decir, quejas de la audiencia respecto al contenido del anterior, que se titulaba “Comienza el camino hacia el odio” y que ya no está disponible.
Es importante tener en cuenta, que la enorme mayoría de los animales que rescata Frank, es producto de un intento de tráfico ilegal de fauna salvaje. Desde búhos que iban camino a Japón, para sacarse selfies con él tomando café, hasta serpientes muy peligrosas, que viajaba a España (Ver: el tráfico ilegal de serpientes a España acabará en una desgracia).
Después del rescate…
En el caso de los búhos, cuando son muy pequeños no hay más remedio que alimentarlos “a mano”, es decir que, durante el proceso se establece una relación de dependencia, entre el animal y su cuidador.
La recuperación de un animal es muy dura, puesto que muchas veces es solo un bebé que ha sido arrancado del nido, donde su madre lo alimentaba, le instruía con el ejemplo acerca de qué comer, cómo aprender a volar y a cazar, quiénes son sus depredadores y cómo evitarlos.
El búho Mariano, que llegó aún con el plumón que recubre a los polluelos, es un claro ejemplo de ello: Frank ha tenido que darle trocitos de carne primero, directamente en el pico (como haría su progenitora), luego ratones muertos, para finalmente soltar ratones vivos y que Mariano acuciado por el hambre, los cazara.
Ya en esta etapa le llovieron críticas, en las que lo acusaban de especismo, puesto que él elegía quien vivía y quien moría (en este caso los ratones). Pero el sentido común indica que, si se quiere recuperar a un búho para que sea capaz de alimentarse solo en la selva, hay que darle lo mismo que comería allí: ratones.
Un odio muy necesario
La última etapa de este proceso, una vez que el animal es autosuficiente a la hora de buscarse el sustento e inmediatamente antes de ingresarlo en el Jungle Park (un recinto cerrado que imita la selva), el paso previo a liberarlos, es romper el lazo afectivo que pudiera existir entre él y su cuidador.
Esto es imprescindible, puesto que, un animal salvaje teme a los humanos y si se liberase, sin asegurarse que ese sentimiento está presente, un mínimo vestigio de confianza lo harían vulnerable y podría ser atrapado nuevamente.
Menos crítica y más apoyo
Hay demasiada gente que, desde detrás de un teclado y obviamente sin tener ni conocimientos, ni sentido común, se atreven a censurar y juzgar, a alguien que dedica su vida y gran parte de sus ingresos, a liberar animales y devolverlos a su medio natural.
En vez de ello, bien podrían instruirse, empatizar o al menos respetar, un trabajo que resulta imprescindible y que muy pocas personas en todo el mundo, tienen el valor y la presencia de ánimo de llevar a cabo. Como dice Frank: “No todo son mariposas y florecitas”.