Unos derechos necesarios
A partir de ese año, cada 10 de diciembre se conmemora el Dia Internacional de los Derechos Humanos y se aprovecha a luchar por los de los de los animales, partiendo de la premisa de que ellos también tienen derecho a la vida, a ser respetados, valorados y a que se les evite el sufrimiento, el maltrato y la explotación.
Basándose en la Declaración de los Derechos Humanos en 1978 se elaboró un documento llamado Declaración Universal sobre el Bienestar Animal, que contó con el apoyo de cientos de organizaciones ambientales y animalistas de todo el mundo y cuyo objetivo apunta a detener la masacre que se comete con los animales, la explotación comercial (circos, acuarios, laboratorios, etc.) y su sacrificio y asesinato crueles e innecesarios.
Esta Declaración reivindica que, cualquier animal tiene derecho a vivir una existencia exenta de dolor, explotación y sufrimiento y que no deberían morir cruelmente solo porque el ser humano lo decida y/o saque de ello un beneficio. Son justamente los humanos los responsables de velar por la seguridad de los animales e intentar que se recuperen las poblaciones de las distintas especies, que han sido diezmadas en todo el planeta.
La idea fundamental de esta fecha es aprovechar la oportunidad para que la población mundial se concientice de que los animales tienen tanto derecho a la vida como los humanos y que, si una actividad del tipo antropogénico va en contra de este derecho básico a existir y no sufrir, quien debe cambiar su accionar es el que la genera, es decir el ser humano.
La triste realidad de millones de animales
Las estadísticas indican que, solo por el cuero y/o la carne cada segundo mueren mas de dos mil animales sacrificados de forma inhumana y cruel y eso solo incluye a las explotaciones ganaderas, no se cuentan los peces y mariscos, las víctimas de la caza o aquellos que tienen una existencia abyecta y miserable, como las gallinas ponedoras enjauladas o los ratones de laboratorio.
Muchos defienden la teoría de que al ser humano no le hace falta comer carne (veganos y vegetarianos). A ellos se les oponen los que siguen apostando por el consumo de la misma. Entre estos últimos, cada son más los que exigen que los animales se críen en condiciones dignas, a las que se alude cuando se habla de bienestar animal.
Hay casos muy claros en los que por capricho humano se somete a los animales a un trato bestial: para obtener pelo del conejo de Angora se lo maniata y se le arranca el pelo a mano o el foie gras, que se fabrica con el hígado enfermo de ocas y patos a los que se sobrealimenta durante semanas de forma cruel y artificial mediante una sonda estomacal.
Por otra parte, es absolutamente innecesario que, para desarrollar productos tales como un lápiz labial, un dentífrico, un enjuague bucal, una crema facial o un limpiador multiusos, se tenga que realizar experimentos de gran crueldad con conejos, ratones, monos y demás animales de laboratorio.
En cuanto a la experimentación con fines científicos, incluso aquellas que tienen por fin la obtención de un medicamento o una vacuna, no dejan de ser moralmente reprochables. El caso de la actual pandemia por COVID 19 es un ejemplo claro de ello: hay constancia de que se hicieron pruebas al menos con algunos primates.
¿Por qué se les niegan los derechos a los animales?
Para explotar a los animales hay excusas de todo tipo, desde las religiosas que sostienen que Dios los puso en la Tierra para que el ser humano se provea de ellos, hasta las de corte filosófico que los ubica debajo de los humanos porque no piensan o que explican que, como no tienen deberes, no deberían tener derechos.
Ni la importancia ni la capacidad para discernir o pensar son criterios válidos para elegir quien tiene derechos y quien no, ya que hay personas que actúan de forma despreciable y no por ello pierden sus derechos más inalienables, ejemplo de ello es que en la mayoría de los países se abolió la pena de muerte, aun para los asesinos más crueles y despiadados.
Si solo pudieran tener derechos aquellos que tiene deberes, los bebés, los niños pequeños y las personas con discapacidades mentales severas deberían carecer de ellos, algo que no sucede porque todos son seres humanos. En cuanto a las creencias religiosas, si se parte de la base de que hay más de 3000 religiones y que todas se consideran únicas, veraces y verdaderas, las premisas que de ellas surjan son subjetivas, por lo que no resultan apropiadas como parámetro de medición para dirimir quienes merecen o no tener derechos.
Lo que se busca no es la igualdad, ya que es imposible que los animales tengan los mismos derechos que los humanos; nadie imagina a un gato votando. El problema estriba en cuál es el derecho que tiene el ser humano a valerse de los animales de forma cruel, explotándolos y usándolos en su beneficio y provecho y hasta de acabar con especies enteras y/o con su hábitat. Contra eso hay que luchar.