Los estudios, que han contando con una inversión estimada de 400.000 euros según el Principado de Asturias, recogen información exhaustiva sobre la situación demográfica del oso pardo, sobre su hábitat, y sus características genéticas. Además, analizan el comportamiento individual de los osos pardos cantábricos e identifican corredores entre la población occidental y oriental. Los trabajos parten de dos convenios de colaboración entre el gobierno regional asturiano y la Universidad de Oviedo y el CSIC respectivamente. A este respecto, dos grupos de investigación de estas instituciones, dirigidos por la profesora Ana Domínguez y el biólogo Miguel Delibes de Castro. El trabajo, financiado por el Principado de Asturias, ha contado con la colaboración de la Junta de Castilla y León, según informa Naves, aportando muestras analizadas.
El estudio de la población se realizó entre 2008 y 2010 y resulta «la primera vez que se realiza una estima directa del número de ejemplares», indica a DiCYT Javier Naves, investigador del CSIC en la Estación Biológica de Doñana. Las estimas más sólidas concluyen que en el núcleo occidental (en gran parte en el territorio de Asturias, pero que comprende también zonas del alto Sil en León y Ancares, entre León y Lugo) hay entre 175 y 190 osos. El estudio de esta subpoblación occidental fue el centro del trabajo. En el oriente de la cordillera los datos precisos «quedan como una incógnita», pero se estima que existen entre 20 y 30 animales. «El reto demográfico» se sitúa en esta zona, tanto en el análisis como en materia de conservación.
Para comprobar la fidelidad de los rastreos realizados en la zona occidental, los investigadores combinaron dos tipos de tomas de datos. Por una parte, realizaron actividades de «observación simultánea» a partir de la superficie cubierta por la cuenca visual en una determinada área, explica el experto. Estas estimas coincidieron con la toma de muestras de heces y pelos, «por lo que hay cierta confianza en los datos obtenidos».
La última referencia con la que contaba el equipo científico de la población de osos pardos (Ursus arctos cantabricus) en la Cordillera Cantábrica era de alrededor de 1995 y estimaba su cifra entre 70 y 90 individuos. Aunque las técnicas de registro han mejorado en los últimos años, los expertos consideran que la población se ha recuperado hasta duplicarse en estos tres lustros. Esto supone que exista una «viabilidad de la población a corto plazo, aunque para que fuera a largo plazo sería necesario que existieran 2.000», según la profesora Ana Domínguez, citada por Naves. «Seguimos hablando, en cualquier caso, de peligro de extinción para esta población».
Estudio genético
El estudio genético realizado con las muestras tomadas revela que la ruptura de la población en dos núcleos diferenciados se produjo «hace unas décadas» y que la subpoblación oriental presenta unos datos de diversidad genética «de los más bajos del mundo». Tener baja diversidad genética implica, en especies animales, menos capacidad ante diferentes cambios y más susceptibilidad ante problemas de salud como enfermedades y quizás, una menor tasa de reproducción «como le sucedía, salvando las distancias, a la realeza europea».
Una de las consecuencias del crecimiento demográfico es el tránsito de animales desde una zona a otra de la cordillera. Se han detectado varios casos de machos que han viajado hasta la zona oriental, lo que contribuye a mejorar la diversidad genética de este núcleo. En 2008, los investigadores detectaron dos híbridos de madre oriental y padre occidental, ambos hermanos, uno en la zona de Redes y Ponga (Asturias) y otro en el entorno de Riaño (León).
Pasillo cerca de La Robla
El trabajo de campo y el análisis posterior de las muestras fue un trabajo conjunto de las Universidad de Oviedo y el CSIC. A la institución académica le correspondió, en exclusiva, la caracterización genética y la detección de híbridos. El consejo, por su parte, analizó el tipo de comunicación que existía entre oriente y occidente y, por tanto, las barreras que existen para que ambas poblaciones contacten. En este sentido, los investigadores han descubierto que la zona de conexión no solo se restringe al puerto de Pajares, habitual divisoria entre ambas poblaciones. En los últimos años se han posibilitados pasillos naturales en el sur de la cordillera, en la provincia de León, desde La Robla al norte. Estos corredores han alcanzado «casi hasta la ciudad de León», explica Naves.