Vicente González Eguren, presidente de la Sociedad Canina Leonesa y miembro del comité de seguimiento del plan de conservación y gestión del lobo en Castilla y León, analizó hoy el estado del plan de gestión del lobo ibérico en Castilla y León en el marco del curso sobre fauna exótica y salvaje que organiza la Asociación Veterinaria para la Atención a la Fauna Exótica y Salvaje (Avafes), de León. Según explicó a DiCYT, «el plan de gestión del lobo en Castilla y León pretende compatiblizar la ganadería extensiva con el mantenimiento de la especie», por lo que la zonificación que establece «es clave» para lograr este objetivo.
La zonificación propuesta supera los tradicionales límites que en Castilla y León ofrecía el río Duero, barrera natural para la expansión del cánido hacia el sur. En materia cinegética, el lobo (Canis lupus) se puede cazar al norte de esta divisoria, mientras que en la parte meridional es considerado especie protegida y su control poblacional corresponde a patrullas forestales. El plan de gestión consagra tres zonas. La zona 3 es eminentemente ganadera y corresponde a las comarcas centrales de Salamanca y al sur de Zamora (fundamentalmente, Sayago). En esta zona se considera que «por el tipo de explotaciones y el tipo de entorno, fundamentalmente de dehesa, es difícil la convivencia del lobo con el ganado», explica González Eguren. La zona 2 comprende las estribaciones montañosas del norte de León, Palencia y Burgos, el Sistema Central, que comparten Burgos y Soria, y el Sistema Central en las provincias de Salamanca y Ávila y, en Zamora, la comarca de Aliste y el bajo Duero. El resto de la autonomía pertenece a la zona 1. «El plan de gestión, explica Vicente González Eguren, crea las zonas en fucnion de la compatibilidad del lobo con la ganadería».
González Eguren, profesor del Departamento de Producción Animal de la Universidad de León, considera que este de la convivencia del cánido con las actividades ganaderas «es un problema complejo», especialmente en Castilla y León, «una comunidad autónoma grande, con diferentes sistemas de explotación ganaderos e importantes diferencias orográficas». Eguren aboga por «proteger» al lobo «al sur del Duero, pero tienen en cuenta su compatibilidad con el ganado», lo que en la práctica supone «que no se pueda cazar, pero sí controlar por parte de las patrullas forestales o las guarderías». El animal produce en estos lugares «un daño a la ganadería, que generalmente no emplea métodos de cerramiento o perros para su control». «No es lo mismo un lobo en Ciudad Rodrigo que en la Tierra de Campos, es la misma especie, pero no se comporta igual en función del medio», resume el especialista. Por todo ello, Eguren defiende el control por parte de las patrullas en el sur y la actividad cinegética en el norte del Duero. Este control debe ser «riguroso».
En todo caso, para la defensa ante las acciones ofensivas del lobo, el miembro del comité técnico del plan de gestión propone a los ganaderos el empleo de diferentes medidas para proteger sus reses, como «cerramientos y medidas disuasorias», «pastores eléctricos» y el uso de «perros mastines».
Datos por provincias
Según el plan de gestión, la mitad de las manadas de lobos de Castilla y León se encuentran repartidas en dos provincias, León y Zamora. León es la primera provincia en distribución del cánido, con un 30% de los ejemplares. Zamora acoge a un 20%. En tercer lugar se encuentra Palencia, con el 18% y, seguida, va Burgos con el 14%. Los datos del comité técnico indican que, por comarcas, las mayores concentraciones se reparten por Riaño, Luna y El Bierzo (en León), Aliste y Sanabria (o, de otro modo, en entorno de la sierra de la Culebra, en Zamora), la Montaña Palentina (en las zonas de Aguilar del Campoo, Cervera y Guardo) y Merindades, en el norte de Burgos. El lobo se ha replegado a estas zonas montañosas «relegado por la actividad humana, porque encuentra presas silvestres y porque existe una cierta tolerancia secular con el ganado». En conjunto, el 90% de las manadas se encuentran al norte del Duero.
El experto del comité técnico autonómico resalta que, aunque se estima que entre el 10 y el 20% de los ataques de cánidos a ganado los producen perros asilvestrados, el resto es producto del lobo. Una decisión política ha jugado en contra de la coexistencia entre ganadería y lobo. La retirada de los restos de ganado para evitar la extensión del mal de las vacas locas supuso en la práctica la desaparición de la carroña de los montes. «La labor de eliminación natural de la carroña la realizan los buitres y, en menor medida, los lobos», por lo que estos últimos animales, depredadores, han tenido que buscar otra vía de alimentación. En el caso de los perjuicios económicos de la acción de los cánidos, González Eguren defiende «la valoración de peritos y seguros agrarios» de los daños de los ataques, «aunque las organizaciones de ganaderos prefieren las ayudas directas». Según considera el experto, subscribir un seguro supondría «un apoyo» para los ganaderos, que se vería suplementado por las franquicias que abona la Junta de Castilla y León «en lo que no cubre el seguro».
En materia de conservación, el plan de gestión contempla «mantener la población en las cifras actuales» e «intentar el aumento moderado donde sea posible», esto es, excepto en la dehesa salmantina y en Sayago, fundamentalmente. González Eguren destaca que este documento es «fundamental para el mantenimiento del lobo en España» puesto que Castilla y León alberga la mitad de los ejemplares del país, y defiende que el plan de gestión es «respetuosa» con las estragegia nacional, las directivas de la Unión Europea, el convenio de Berna y la directiva Hábitat.