El mejillón de California (Mytilus californianus) vive a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos, desde Alaska hasta California. Más de 300 especies dependen de los mejillones de alguna manera. «Debido a que estos mejillones juegan un papel ecológico fundamental, una disminución en su número podría afectar a una amplia gama de otros organismos», afirma Brian Gaylord, profesor asociado de Evolución y Ecología en el laboratorio marino de la UC Davis y autor principal de este estudio.
El dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero, es absorbido por el océano, aumentando su acidez, que se ha incrementado en casi un tercio desde mediados del siglo XIX. Los mejillones pasan la primera parte de su vida como larvas nadando libremente, antes de asentarse en las rocas costeras para convertirse en ejemplares adultos. En el laboratorio, Gaylord y sus colaboradores cultivaron mejillones desde la fertilización hasta que estaban preparados para adherirse a las rocas, manteniéndolos tanto en agua de mar normal como en agua con dos condiciones diferentes de acidez.
En comparación con los mejillones criados en agua de mar normal,
los mejillones jóvenes de las aguas más ácidas presentaban conchas más pequeñas, delgadas y débiles, y con hasta un tercio menos de masa corporal. «Una concha débil hace al mejillón más vulnerable a depredadores como los cangrejos y caracoles carnívoros que perforan las conchas», comenta Gaylord.
El menor tamaño corporal los hace más propensos a secarse durante la marea baja y menos capaces de soportar el proceso, energéticamente costoso, de la metamorfosis de larva a marisco.»En conjunto, estos hechos sugieren que es probable que observemos una baja supervivencia de los mejillones jóvenes que regresan a la orilla», concluye Gaylord.
ECOticias.com – ep