Me sorprende, y también me indigna, la impunidad con que se tratan en nuestro país ciertas acciones criminales que atentan contra las personas o contra la naturaleza y nuestro medio ambiente.
Lejos de ser enfermos mentales, que también, los pirómanos son individuos que deben ser condenados penalmente por sus acciones porqué en caso contrario el país seguirá ardiendo y los responsables de la tragedia saldrán demasiado bien parados.
Leo en la prensa que los pirómanos sufren un trastorno del control de los impulsos y que su conducta les lleva a tener atracción hacia al fuego hasta el punto que necesitan al propio fuego para vivir. Y comparto la opinión de los doctores cuando dicen que ese trastorno necesita de tratamiento psicológico pero sumo, como apuntaba antes, la importancia de endurecer las leyes para garantizar que hay penas de cárcel para ellos.
Porque dependiendo de cada caso y de la gravedad del trastorno cuando este exista, habiendo casos en que el incendiario tiene otro perfil muy diferente, el infractor debe acabar en la cárcel para pagar este grave delito. Es urgente, no cabe decirlo, un cambio del marco legal actual en muchos aspectos para remediar injusticias. Siempre he dicho que la tierra no es de nadie pero que la protección y el cuidado de ella están en nuestras manos, en la conciencia de todos y cada uno de nosotros.
Este es motivo suficiente para reclamar mayor justicia. Porque castigando ejemplarmente a los pirómanos se pueden evitar muchos de los incendios que queman nuestros bosques cuando llegan las altas temperaturas arrasando miles y miles de hectáreas y provocando, como en el caso de La Gomera, unas tragedias ecológicas de altísimas consecuencias para el presente y las futuras generaciones.
Y de la misma manera hay que exigir a las administraciones las medidas oportunas para no aún ponérselo más fácil a los que gozan quemando bosques o a los que provocan incendios con sus imprudencias y temeridades. Parece que con la crisis se puedan justificar todos los recortes y en ciertos ámbitos no se puede ni se debe ahorrar. Si mermamos los recursos destinados a la limpieza de los sotobosques, si destinamos a esta tarea a menos personal o disponemos de menos medios e infraestructura estaremos cometiendo un error gravísimo.
En un año de sequía generalizada en todo nuestro país no tiene lógica alguna que se abandonen las limpiezas de ciertos bosques y zonas verdes, que no se obligue a los agricultores inactivos a mantener sus tierras en condiciones, que no se exija a los propietarios de solares y terrenos a limpiarlos periódicamente cuando estos están cerca de espacios naturales.
Ejemplos claros hemos tenido escuchando a los bomberos que trabajaron en el Empordà sabiendo que la situación se les había complicado por no disponer de medios que habían reclamado meses antes. O viendo como parte del Parque Nacional de Garajonay se calcinaba con mayor mesura y la escasez de los medios aéreos que tanto ayudan en estos casos.
Entre los pirómanos declarados, los negligentes e irresponsables, los recortes de las administraciones y el poco control que se ejerce sobre algunas zonas con masa forestal estamos poniendo fecha de caducidad a los pulmones de la tierra.
No podemos permitirnos este lujo. Hay que actuar de inmediato, apagar este incendio moral, refrescar el sistema judicial, vivir dejando latir al planeta.
Ángel Juárez Almendros
Presidente de la Mare Terra Fundación Mediterrània y de la Red Internacional de Escritores por la Tierra.