Desde hace años la sociedad vasca es consciente de la necesidad de conservar intactos sus musgos, una de las expresiones más ricas del patrimonio natural vegetal. Se ha evitado su uso en belenes y ornamentaciones comerciales pero ello no es suficiente. Los desbroces, el pastoreo intensivo, las pisadas continuas, las crecidas de aguas o algunas prácticas forestales contribuyen a que siete especies de musgos –brioflora- característicos en el País Vasco puedan desaparecer. Las localidades de Lukiano y Sendadiano, el macizo de Gorbeia y la Sierra de Artzena en Araba/Álava, el valle de Leizaran, Jaizkibel y Aiako Harriak y el monte Udalaitz son algunos de lo que pueden ser los últimos escenarios de estas plantas de hace 350 millones de años.
Según Josean Galera, Viceconsejero de Medio Ambiente del Gobierno Vasco, “el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre y Marina, publicado en el Boletín Oficial del País Vasco ha incluido por primera vez siete briófitos (musgos) como especie amenazada. Se estima que sietes especies de la brioflora vasca estarían amenazada en mayor o menor grado y que 50 especies podrían integrar esta lista roja”.
“Los briófitos -los musgos son la especie más conocida-, son plantas sin flores, con tallos y hojas, pero sin vasos ni raíces. Se desarrollan en lugares húmedos y disponen de unos filamentos que absorben las sales minerales del agua del suelo para su nutrición. Tienen una gran importancia, científica y ecológica, porque se trata de unos vegetales que han mantenido su morfología desde hace 350 millones de años y contienen rasgos esenciales para comprender el modo en el que los vegetales conquistaron la tierra firme” explica el viceconsejero Galera.
“A pesar de su reducida extensión territorial, la Comunidad Autónoma de Euskadi es uno de los países de Europa más ricos en briófitos” destaca Galera, “Euskadi concentra más del 60% de las especies ibéricas de este tipo de plantas, aunque no representa más del 1% de la superficie total de la Península Ibérica”.
Según los especialistas Patxi Heras y Marta Infante, en la Comunidad Autónoma Vasca hay registradas 651 especies de briófitos -en el mundo existen 24.000 especies- y hay un buen conocimiento de los mismos, ya que su estudio se remonta a muestras conservadas en herbarios de finales del siglo XVIII.
En opinión de Josean Galera, “la inclusión de estos siete briófitos en el catálogo vasco de especies amenazadas supera un grave déficit en materia de conservación de la biodiversidad del País Vasco”. Por desgracia, la ausencia de briófitos en los catálogos de especies amenazadas es un mal muy extendido, ya que sólo siete de las diecisiete comunidades autónomas españolas tienen briófitos recogidos en esos catálogos. En Euskadi, se estima que más del 7 % de la brioflora vasca estaría amenazada en mayor o menor grado y que, al menos, 50 especies serían candidatas a integrar esa lista roja.
Briófitos recogidos en el Catálogo Vasco de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestre y Marina
· Orthotrichum casasianum. Único briófito endémico del País Vasco del que sólo existe una única población mundial, formada por escasos cojinetes dispersos en unos 8 km2 a lo largo del bosque ribereño del Bayas entre las localidades alavesas de Lukiano y Sendadiano. Se trata de un musgo corticícola que vive en un hábitat extremadamente frágil, sujeto por un lado a las perturbaciones naturales propias de las crecidas e inundaciones del río, como a las frecuentes agresiones antropógenas.
· Buxbaumia viridis. Peculiarísimo musgo exclusivo de la madera en descomposición, dentro de bosques muy húmedos. Es bastante frecuente en los abetales del Pirineo, pero la única localidad vasca de esta especie se encuentra en los pinares de las vertientes norte de la Sierra de Arcena (Araba/Álava). La principal amenaza para este musgo son las actuales prácticas de explotación forestal que eliminan los árboles antes de su muerte natural e impiden la presencia de madera muerta.
· Sphagnum squarrosum. Muy raro en la Península Ibérica. En el Parque Natural de Gorbeia existe una reducidísima población -apenas 38 m2– que se mantiene estable. El principal riesgo lo constituyen las repoblaciones de coníferas exóticas que rodean el enclave. Es muy sensible a ser pisada, por lo que la presencia de ganado en el entorno también supone una amenaza.
·Las hepáticas Lepidozia cupressina y Telaranea europaea tienen una única población en Gipuzkoa cada una de ellas: la primera, en el valle de Leizaran y la segunda, en Jaizkibel. A diferencia de las especies anteriores, ambas habitan lugares bastante apartados de la actividad humana más directa, pero su situación es de alto riesgo dada su extremada localización y por ser muy higrófilas. Algo parecido pasa con el musgo Schistostega pennata, con una sola localidad, compartida con Navarra, en grietas de los roquedos graníticos de Aiako Harriak, que también es la más oriental de la Península Ibérica.
· Breutelia chrysocoma. Musgo endémico de Europa, extinguido en Alemania y Bélgica. En España tiene sólo cinco poblaciones muy aisladas entre sí. Hay una población en las ladera vizcaínas del monte Udalaitz. El sobrepastoreo, los desbroces y quemas de brezales y pastos asociadas a la gestión ganadera amenazan esta especie. La población más cercana, en las laderas cántabras del monte Zalama, ha desaparecido recientemente.