En España, donde la tradición de honrar a los difuntos cobra especial relevancia cada uno de noviembre, los cementerios de mascotas han surgido como un fenómeno poco común pero en crecimiento, puesto que las personas buscan, de esta forma, de honrar a sus animales de compañía.
El cementerio ‘Huellas’, ubicado en Morales del Vino (provincia de Zamora), ha abierto sus puertas este año y según su propietario, estos espacios reciben incluso más visitas que los cementerios de personas, especialmente en fechas señaladas como el Día de los Difuntos.
La existencia de cementerios dedicados a animales de compañía sigue siendo una rareza en el país, ya que la mayoría de las mascotas fallecidas acaban incineradas de forma colectiva en crematorios, aunque existe la opción de la incineración individual para quienes desean conservar las cenizas.
Cementerios de mascotas en España
En España no resulta frecuente encontrar un cementerio de mascotas, pero los que hay que «se visitan más que los de personas«, según asegura el propietario de una de las últimas instalaciones de ese tipo puesta en marcha, Fernando Calvo, que detalla cómo es y cuánto cuesta un camposanto para animales de compañía.
Fernando Calvo abrió a principios de este año el cementerio de mascotas ‘Huellas’ en el término municipal de Morales del Vino, en el alfoz de Zamora, tras durante más de un año dar vueltas a una pregunta que le rondaba la cabeza y a la que quienes tenían animales de compañía no daban una respuesta clara: «¿dónde van las mascotas al morir?».
En la mayoría de los casos acaban incineradas de forma colectiva en crematorios, quienes lo desean pueden optar por pagar una incineración individual y quedarse con las cenizas de recuerdo, pero, como en los humanos, también existe la opción del enterramiento bajo tierra en una caja fúnebre y con una lápida para honrar su memoria.
Esos cementerios para animales de compañía, según la percepción de Fernando Calvo, se visitan incluso más que los de las personas, ya que son «los niños los que hacen que vengan también los padres a visitar la mascota» y los que motivan que se visiten «bastante más a menudo» que los cementerios para humanos.
Los animales de compañía como de la familia
En el que es el primer camposanto para animales de compañía de la provincia de Zamora, en diez meses han efectuado una veintena de enterramientos, casi todo gatos y perros «de cuerpo presente», y en algún caso previamente incinerados, pero igualmente pueden tener cabidas otros animales de compañía, desde pájaros y palomas, hasta cobayas, hámsteres o tortugas.
Cualquier ‘amigo fiel’, con tal de que quepa en las tumbas de un metro y medio de largo por uno de ancho excavadas para que, al igual que con los humanos, se dé sepultura a las mascotas a un mínimo de un metro de profundidad.
La normativa para abrir una instalación de este tipo es similar a la que deben cumplir los camposantos de personas, aunque lo atípico del negocio hizo que, cuando Fernando Calvo llamó a la puerta de las administraciones y del Seprona, organismo de la guardia civil para exponer su idea, inicialmente no supieran detallarle cómo debía proceder. Aun así, reconoce que no tuvo especiales dificultades y, tras poco más de un año de trámites, cumpliendo requisitos como la distancia al casco urbano o el vallado obligatorio, pudo abrir su cementerio de mascotas.
Al igual que en los de personas, en este tipo de camposantos hay flores y gestos emotivos al recordar a los seres queridos, aunque también existen diferencias con los cementerios que este fin de semana son de visita obligada. Uno de ellos es el precio, ya que el enterramiento de una mascota es mucho más barato y en las instalaciones de Morales del Vino cuesta 115 euros, con el sudario y el hueco incluidos.
«Si quieren placa encima, o quieren urna o caja, eso va aparte, pero tampoco es caro, la caja desde 50 euros y la placa 70», detalla el propietario y sepulturero. Con capacidad para más de 700 tumbas y solo 21 ocupadas, en el cementerio zamorano de mascotas no hay límite de años de uso de la sepultura, aunque «la idea es, más adelante, poner una cuota simbólica al año, en cuestión de mantenimiento, y hasta que ellos quieran, porque espacio hay de sobra».
Fernando Aldea constata que hay asiduos que acuden todas las semanas a su cementerio a visitar a sus mascotas a la tumba, «les ponen flores y las cambian cuanto están muertas». Con la ventaja de que este cementerio está abierto las 24 horas del día. No hay límite horario para visitar a los perros y gatos fallecidos, incluso se puede hacer a media noche, sin miedo a los malos espíritus.
En España, la posibilidad de un enterramiento de animales bajo tierra, con caja fúnebre y lápida, similar al ritual humano, ha comenzado a ganar terreno entre las familias que buscan una despedida más personalizada para sus animales.
En los últimos diez meses, el cementerio ha acogido una veintena de enterramientos, principalmente de perros y gatos, aunque también se han admitido otras especies como pájaros, palomas, cobayas, hámsteres o tortugas. EFE / ECOticias.com
 
			 
			















