El desperdicio alimentario lleva aparejado el derroche de recursos naturales, al tiempo que origina un negativo impacto sobre el medio ambiente y la economía.
Si bien hay suficiente comida para alimentar a las 7.000 millones de personas que habitan en el mundo, lo cierto es que todavía una de cada nueve padece hambre.
Y esto es así cuando, paradójicamente, un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano (1.300 millones de toneladas anuales) se pierde o desperdicia en los distintos eslabones de la cadena.
En este escenario emerge la campaña #StopDesperdicio.
Promovida por el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), tiene por objeto dar visibilidad a esta problemática, de carácter global, así como las soluciones a las que todos podemos contribuir.
En definitiva, crear conciencia para que los ciudadanos adopten los mecanismos necesarios que les permitan poner freno al desperdicio de comida:
- Planificar la compra,
- Revisar la despensa y la nevera para consumir antes los productos más antiguos,
- Adaptar las cantidades cocinadas al número de comensales y
- Reutilizar las sobras para elaborar nuevos menús.
La iniciativa se encuentra circulando a través de las redes sociales y, como parte de esta campaña, WFP se está asociando con restaurantes y celebridades para poder divulgar su mensaje.
Desperdicio no es lo mismo que pérdida
WFP aclara que el desperdicio se refiere al descarte de alimentos que son seguros y nutritivos para el consumo humano, mientras que la pérdida supone lo que se pierde en la cadena de suministro entre el productor y el mercado.
El Programa Mundial de Alimentos aborda la pérdida ayudando a los pequeños productores en áreas como el almacenamiento y el transporte, que evitan que los cultivos se echen a perder prematuramente, y los conecta con los mercados.
Ejemplo de ello son los silos herméticos y las bolsas de almacenamiento, que reducen las pérdidas a casi cero al asfixiar a los insectos. Un proyecto de WFP en Nigeria ha demostrado que el 100% de los alimentos almacenados en las bolsas permanece intacto, en comparación con el 90% que se pierde cuando se almacena de la manera tradicional.
En Malawi, WFP ha capacitado a decenas de miles de miembros de cooperativas de productores, la mitad de ellas mujeres, en el manejo de semillas después de la cosecha, clasificación, almacenamiento, ensacado, administración de almacenes y gestión financiera.
WFP asegura que el mundo produce alimentos suficientes para nutrir a todos. Gestionémolos correctamente.
Toda la información en: #StopTheWaste.
Fuente: Sogama