El equipo dirigido por Sanz y la técnico de agroingeniería y medio ambiente, Berta Gil, decidió hacer los primeros ensayos en un suelo previamente infectado con una alta concentración de patógenos, conscientes de que «era una apuesta muy arriesgada por lo complicado de la tecnología que necesitábamos», ha apuntado Sanz.
Los resultados demostraron que en microorganismos aerobios mesófilos, es decir, los microorganismos más frecuentes que hay en el suelo, el grado de desinfección del ozono había sido superior al de muchos fitosanitarios.
De hecho, se lograron desinfecciones solo superables con el bromuro de metilo, un fitosanitario de uso habitual muy contaminante y perjudicial para la salud de la persona que lo aplica, y que además ahora está prohibido, ha explicado Berta Gil.
Al final tres años de investigaciones, con el apoyo de la Consejería de Agricultura y Ganadería de Castilla y León, han concluido que el ozono, un gas con gran poder oxidante, es muy efectivo eliminando microorganismos y malas hierbas. Además, no contamina, porque no deja ningún residuo en los suelos, solo oxigeno. No contamina porque el producto resultante de la descomposición del ozono es oxigeno, con lo que una vez realizado el tratamiento, en cuestión de minutos desaparece todo residuo, y no quedan restos que puedan contaminar el suelo.
Pero como en muchos descubrimientos, no todo son ventajas, ya que la captura del ozono consume mucha energía eléctrica y además hay que generarlo en el lugar donde se va a aplicar, para que no se degrade el oxigeno y pierda la capacidad de oxidar.