Durante la guerra de Vietnam, en las protestas contra Dow Chemical al aparecer una mujer vietnamita envuelta en llamas, detonó en un movimiento contra aquellas empresas que de una u otra forma se beneficiaban de la guerra y aparecieron los primeros fondos que no invertían en empresas que tenían contratos militares como Pax World y Dreyfus. Durante el régimen del Apartheid aparecieron numerosos fondos que obviaban Suráfrica.
En todas estas iniciativas se evitan inversiones en cierto tipo de industrias y compañías, lo que se llama “selección negativa”.
Pero no fue hasta mediados de los 90s cuando surge en el mercado una nueva tendencia que busca activamente invertir en empresas que sigan ciertas políticas de responsabilidad social y medioambiental, conocido como “selección positiva”.
En los últimos años, la crisis financiera y algunos escándalos como el de BP han puesto en cuestión el movimiento de ISR y la necesidad de ir más allá de la simple selección positiva o negativa, buscando oportunidades para hacer cosas positivas que provoquen un cambio social y medioambiental. Es lo que se conoce como inversiones de impacto. Este nuevo movimiento se basa en el concepto de que se pueden utilizar inversiones para solucionar problemáticas sociales y medioambientales revolucionando en cierta forma la creencia de que los gobiernos, las ONGs y fundaciones son los responsables de solucionar este tipo de problemas.
Según el Microfinance Exchange y el Monitor Institute, el mercado de inversiones con impacto a día de hoy asciende a USD 50 billones estimando que el mismo podría llegar a USD 500 billones en 10 años.
De todas formas, sólo el tiempo dirá si las inversiones con impacto han llegado para quedarse o se trata simplemente de una moda pasajera…
http://blogs.iadb.org/ – Gema Sacristán