La organización ecologista Greenpeace ha pedido que las centrales nucleares españolas cumplan con las recomendaciones surgidas de las pruebas de etrés y los planes de la Comisión Europea, así como las exigencias del Consejo de Seguridad Nuclear.
Greenpeace ha publicado este miércoles un estudio elaborado por expertos independientes, que ha encargado la propia organización, en el que, según ha explicado, se detallan los defectos, los puntos flacos y la autocomplacencia en estas pruebas. Además, ha indicado que este informe describe las principales amenazas, tales como terremotos, inundaciones, extremos climáticos o envejecimiento, y la gestión de accidentes.
Tras la presentación de este informe, Greenpeace cree que, aunque las pruebas de resistencia surgieron tras el desastre de Fukushima, no se han valorado suficientemente en estos tests los motivos de esa catástrofe, que fueron un terremoto y una inundación. Del mismo modo, los planes de evacuación en caso de un desastre nuclear tampoco han sido considerados en las pruebas de resistencia, uno de los elementos claves que fallaron en el caso de Japón.
«Estas pruebas se solicitaron como consecuencia del accidente de Fukushima pero la mayoría ignoran lo que sucedió en Japón, a pesar de las similitudes entre los reactores europeos y los de Fukushima«, ha declarado la responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace, Raquel Montón.
En el análisis, la organización ecologista destaca las «graves carencias» encontradas en los sistemas de suministro de energía de respaldo para los reactores nucleares, como la central nuclear de Almaraz (Cáceres).
La organización ha recordado que, a principios de octubre, la Comisión Europea también valoró estas pruebas y detectó problemas como la existencia de cuatro reactores que tienen menos de una hora para restaurar las funciones de seguridad en caso de que se produjera una caída eléctrica, o que diez reactores no tienen el equipo adecuado para detectar terremotos. La Comisión Europea estima que el coste para hacer frente a estas deficiencias podría ser de 25.000 millones de euros; el coste estimado por cada reactor oscilaría entre los 30 a 200 millones de euros.
Finalmente, Greenpeace ha señalado que un modelo energético basado en la eficiencia, en la inteligencia y 100 por 100 renovable es técnicamente viable, y mucho más favorable desde el punto de vista económico, de impacto ambiental y de ocupación del territorio.
ECOticias.com – ep