Ante los elevados costes de la energía y la feroz competencia mundial, las industrias europeas necesitan apoyo urgente. El Pacto por una industria limpia o Clean Industrial Deal, describe medidas concretas que podrían permitir convertir la descarbonización en un motor de crecimiento. Esto incluye la reducción de los precios de la energía, la creación de empleos de calidad y la imposición de condiciones adecuadas para que las empresas prosperen.
La energía asequible es la base de la competitividad. Para reducir las facturas energéticas de las industrias, las empresas y los hogares, promoviendo al mismo tiempo la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono, la Comisión adoptó el Plan de Acción para una Energía Asequible.
Las materias primas esenciales son fundamentales a nivel industrial. La UE necesita garantizar el acceso a dichas materias primas y reducir la dependencia de proveedores poco fiables. Integrar la circularidad en la estrategia de descarbonización es crucial para aprovechar al máximo los recursos limitados de la UE.
La industria en Europa debe ser justa y limpia
La industria ocupa actualmente un puesto central en la política europea y estatal, debido a su importancia en la economía y su relevante papel para alcanzar los acuerdos climáticos. Para marcar la base de las políticas sobre industria en Europa, este 26 de febrero la Comisión Europea ha presentado el Clean Industrial Deal (Pacto por una industria limpia). Un acuerdo centrado en la competitividad, que, aunque apoya la descarbonización a 2050, deja importantes lagunas en sus compromisos sociales y medioambientales, según Ecologistas en Acción.
El acuerdo respalda la descarbonización de la industria para 2050 y apuesta por la circularidad, haciendo referencia a su necesidad tanto desde la óptica climática como económica. La ONG critica que, aun así, falta ambición y concreción en el texto, y que la descarbonización debe adelantarse como máximo a 2040, como afirman también desde CAN Europe. También denuncia el apoyo a los SMRs, pequeños reactores nucleares, que no pueden ser una opción para descarbonizar.
El Clean Industrial Deal menciona la reducción y eliminación gradual de subsidios a los combustibles fósiles, pero no hay compromisos para la eliminación de su uso y no se penaliza a los grandes emisores. Apoya las energías renovables y anuncia incentivos fiscales, pero no establece medidas de eficiencia y reducción de consumo, cuando según el IPCC es necesario reducir al menos ⅓ el consumo de energía global (y, por tanto, del 50 al 75 % en los países del Norte global para permitir una redistribución justa).
Tampoco marca objetiva de reducción en el uso de materiales, y la circularidad se centra en las materias primas. “Sin un ajuste de la demanda, el uso cada vez creciente de energía y materiales, aunque sean más “limpios”, seguirá sin ser sostenible”, declara la organización ecologista, que aclara que es necesaria una transformación profunda de la producción y el consumo.
La organización ecologista reclama que es urgente “una democratización de la industria que ponga la vida en el centro”, algo que no se observa en el Clean Industrial Deal. El documento europeo anuncia “una transición justa que genere empleos de calidad y empodere a las personas, al tiempo que promueve la cohesión social y la equidad en todas las regiones”.
Sin embargo, no garantiza acciones concretas para asegurar la participación social en la transformación industrial, mientras que apoya la Declaración de Amberes y su agenda, realizada por empresas industriales, entre las que se encuentran algunas de las más contaminantes. Tampoco contempla una estrategia diferenciada por territorios que aproveche su potencial, ya que no todas las zonas tienen las mismas necesidades ni capacidades para adaptarse a una industria más verde.
El Clean Industrial Deal hace una referencia al uso de condicionalidades sociales en financiación pública, un paso que la organización considera positivo pero insuficiente. Reclaman que debe contar con un compromiso más firme y amplio, teniendo en cuenta también condicionalidades medioambientales, para basar la transformación industrial en las personas y el planeta, no únicamente en el beneficio económico.
Denuncian la tendencia de la Comisión Europea, desde el Informe Draghi a la Competitiveness Compass, a señalar la regulación como un freno a la competitividad y buscar la simplificación. Esto suele ocultar la desregulación de las medidas ambientales y sociales, afirman desde la organización.
Frente a las medidas del Clean Industrial Deal, los ecologistas reivindican las propuestas publicadas recientemente en su posicionamiento sobre industria, que recoge las acciones que consideran necesarias para una “transformación industrial realmente justa”.
Una industria que, sostienen, debe estar basada en cubrir las necesidades humanas dentro de los límites planetarios, y para ello consideran necesaria “una identificación de los productos realmente necesarios para la vida digna y una transformación planificada, colectiva y equitativamente”. La organización ha presentado alegaciones y enmiendas a la nueva Ley de Industria para incluir sus demandas, y sostiene que seguirá impulsando una industria “que ponga la vida en el centro”.













