Son muy pocos los casos de artistas que, sea cual sea su procedencia, se atreven a desafiar a la potente industria alcohólica (y al público, y a la crítica), que, en mayor o menor medida, patrocina un enorme porcentaje de los festivales de música en nuestro país y en todo el mundo. Ibrahim Abdullah es uno de ellos. Hace unos años, a colación de su participación en el Festival de Jazz de Terrassa, exigió que, durante su concierto, no se expendieran bebidas alcohólicas.
Pedro Burruezo nos alerta de que toda nuestra cultura está en manos de patrocinadores que son, en realidad, grandes multinacionales del alcohol. De cómo todo ello se suma a una sociedad que vive por completo de espaldas a lo sagrado. De cómo muchos supuestos libertarios y contraculturales acaban besando la bota que les aplasta. De cómo nos quieren aletargar con drogas legales e ilegales para que seamos incapaces de conectarnos con lo real y con nosotros mismos, más allá de Maya, lo ilusorio.
Son muy pocos los casos de artistas que, sea cual sea su procedencia, se atreven a desafiar a la potente industria alcohólica (y al público, y a la crítica), que, en mayor o menor medida, patrocina un enorme porcentaje de los festivales de música en nuestro país y en todo el mundo. Ibrahim Abdullah es uno de ellos. Hace unos años, a colación de su participación en el Festival de Jazz de Terrassa, exigió que, durante su concierto, no se expendieran bebidas alcohólicas. Para escuchar esa música no se puede tener la mente ni el corazón en ningún otro sitio. Hay que estar en el Eje. Del que ya habló Franco Battiato cuando buscaba “el centro de gravedad permanente”. Este músico sudafricano se encuentra en los últimos años en su cumbre artística. Nacido en Ciudad del Cabo en 1934, lo que recuerda de su infancia son las canciones tradicionales africanas, la música religiosa y el jazz, influencias que hoy se ven reflejadas en todo lo que hace. Tiene en su haber algunas bandas sonoras (“Malcolm X”, “InsideMan”, “Talk to Me”) y algunos críticos no entienden lo que pide este artista lúcido y profundo. Este artista va muy por delante de algunos de los patéticos críticos que le siguen… Evitaré decir nombres.
MARIHUANA PRINGOSA
Cuando era joven, a un concierto había que ir bien cargado de marihuana y cualquier otra sustancia alucinógena. Realmente, quizás es que, para ver y escuchar aquellos bodrios, lo mejor era ausentarse lo más posible del espectáculo. Solo así era soportable la música de presuntos artistas que, solo unos pocos años después, cayeron en el más estruendoso de los olvidos. Menos mal que un servidor siempre tuvo cuidado de no pasar por el aro de lo que, en cada círculo, se supone que es lo que se debe hacer y lo políticamente correcto. Ya la pinta de algunos seudoartistas y sus seguidores me parecía tan bochornosa como sus arengas proalucinogénicas. Gente sin personalidad y marihuana pringosa para esquivar su propia mediocridad. En fin…
ARENGAS MEDIÁTICAS
Una cosa que me llamaba mucho la atención cuando escuchaba a artistas (presuntos artistas) de mi generación en los medios eran las continuas arengas sobre sus vicios, sus borracheras, sus adicciones… Es algo que nunca entendí. Se supone que, cuando tienes un defecto, sea cual sea, es mejor taparlo, disimularlo. Pues no. En la sociedad del consumo desaforado, si consumes más de lo conveniente en alcohol y otras sustancias… el público te aplaudirá y los medios serán “luz y taquígrafos”. Se supone que así, remojada en grados de alcohol, tu vida será más intensa, más artística, más auténtica… Lo peor de este asunto es que esas arengas no eran torpes ni inocentes. Lo supieran o no, esos presuntos artistas (de la mayoría de ellos hoy ya nadie se acuerda), creyendo luchar contra el Sistema, se convertían en su vanguardia al patrocinar un estilo de vida que conduce a la enfermedad, el aislamiento, la dependencia… El Estado trabaja incansablemente para que vivamos de forma solitaria, dependiente y sumisa.
EL CASO DE RAMONCÍN
“Litros de alcohol / Corren por mis venas, mujer / No tengo problemas de amor / Lo que me pasa es que estoy loco por privar…”. Qué sutileza. Qué cosa tan sublime. Qué finura. ¿Se acordaría alguien de Ramoncín y de sus magnificencias poéticas si no fuera por los palos (presuntamente) que dio cuando tenía un mando político al frente de la SGAE? Dios mío, qué vergüenza. Pero el asunto no es baladí. Desde que el mundo vive sometido a los principales axiomas que rigen la sociedad occidental, el arte se ha transformado en una especie de contenedor de inmundicias psíquicas y psicológicas y físicas de presuntos creadores que hacen del proselitismo adictivo toda una bandera. No les faltan otros ídolos, por supuesto, pero las adicciones son una de sus principales filias. El asunto es grave. Porque lleva a la adicción de muchas otras personas, que a su vez les idolatran a ellos, con lo que eso supone de naufragios personales, familiares, sociales, etc. Una cosa es ser adicto y llevarlo lo más en silencio posible. No vamos a juzgar a nadie. Y otra cosa, muy distinta, es hacer proselitismo de lo “guay” que son las adicciones. Sobre todo, si haces negocio con ellas. El mundo al revés.
EL BUEN ROLLITO
Cómplices del “buen rollito” hay muchos. Muchísimos. Que si tal artista llegó a ser un genio gracias a la sustancia “x”. Que si mengano se inspiraba cuando fumaba la sustancia “b”. Que si sutano jamás habría podido escribir su obra más profunda sin la influencia de la sustancia “y”. Qué cúmulo de tonterías. He perdido a algunos amigos artistas que no soportaron su adicción, o que no supieron salir de ella. La sociedad contemporánea destina al seudoartista una vida corta y heroica, pero, en realidad, todos mis colegas hubieran llegado mucho más lejos y a una mayor profundidad en su capacidad de fantasía y en su creatividad en caso de haber vivido más y en caso de haber podido serenar su mente y su corazón y vivir al margen de todo estímulo artificial. Detrás del “buen rollito” de periodistas, políticos, médicos de baratija, seudoartistas de alcantarilla, correveidiles de la modernidad, etc., se impone una industria global (legal e ilegal) que ya no necesita sobornar a nadie. ¿Para qué? Si los proselitistas son creyentes de la nueva religión. Y aspiran a ser sumos sacerdotes. Hasta que un día, por desgracia, en una carretera, algún familiar es arrollado por un conductor borracho. O hasta que la desgracia de las adicciones llega a sus propios hijos. O hasta que las propias adicciones le juegan una mala pasada de salud y se declara un tumor irreparable. La sonrisita se acaba. La mueca es ahora trágica.
EL PARAÍSO DE LAS FARMACÉUTICAS
Los presuntos artistas y sus demás acólitos no son los únicos que braman en pro de las adicciones. Toda la sociedad es un canto histérico a la adicción, sea la que sea. Hasta los abuelos se han convertido en yonquis. Al menos en USA, pero no solo ahí. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU., cada día mueren 91 estadounidenses por sobredosis de sustancias opiáceas. Cuatro veces más que hace 15 años. Sólo en 2015 los opiáceos, entre medicamentos y heroína, mataron a 33.000 personas; más del doble de víctimas que los homicidios. Alguien se frota las manos. No solo las farmacéuticas, los traficantes, los proxenetas y los fabricantes de jeringuillas… También la plaga de sabandijas que opta sí o sí por instaurar en el mundo un plan de control demográfico, con algunos apellidos ilustres a la cabeza, jalean y sacan músculo ante estas cifras. Según difundía “El País” recientemente: “Un medio de Lynchburg (Virginia) alertaba esta semana de que se estaban detectando en la zona sobredosis de heroína con carfentanil, un tranquilizante para elefantes que es 10.000 veces más potente que la morfina y 50 veces más que la heroína pura. Con todo, el ingrediente adicional más común en las sobredosis de heroína es el fentanilo. Ambos, carfentanil y fetanilo se combinan con heroína y con otro sintético llamado pink [rosa] para producir un cóctel descubierto recientemente por la policía y acuñado como Muerte gris”. El caso es que en USA la cosa ya pasa de castaño a oscuro y hablamos de una pandemia muy peligrosa. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Productos peligrosísimos se recetan a cascoporro. ¿Por qué? ¿A quién le interesa? Se empieza tomando una pastillita para el dolor de muelas y vete tú a saber cómo acabará el asunto…
NO HAY MÁS REALIDAD QUE LA REALIDAD
Desde el prisma espiritual tradicional (en un sentido guenoniano), ya no hace falta llegar a estados alterados de conciencia para vislumbrar algo que sea real. Pero si todo en nuestra sociedad está alterado… Si ya no podemos vivir más alejados del “fitrah” o estado natural. Se trata, todo lo contrario, de preservar un estado de conciencia lo más inalterado posible. Que nos conecte con nuestros orígenes, con nuestra esencia, con nuestra procedencia… ¿Cómo acceder a ello si estamos colocados todo el día, de heroína, de cerveza, de maquinitas, de youtube, de sexo gimnástico, de lo que sea? Es imposible. Y esto es realmente de lo que se trata. De que no podamos religarnos al universo y a nosotros mismos, que es una misma cosa, más o menos. ¿Por qué se recetan tranquilizantes que son perjudiciales para la salud? ¿Por qué las personas los demandan? ¿Por qué quieren y queremos vivir desconectados de esa realidad que es real y eterna y no “enganchados” a la ilusión en que se ha convertido nuestro mundo? Mientras triunfa la ilusión, unos cuantos se hacen de oro, continúa el ritmo acelerado de destrucción de la Naturaleza y los poderes oscuros campan a sus anchas en un mundo suicida. “Saca el güisqui, Chely, para el personal / Y vamos a hacer un guateque / Llévate el casete pa poer bailar / Como en una discoteque”. Sublime. Una metáfora del despipote global.
SIN DEMONIZAR A NADIE
Aquí no se está demonizando a los que han caído en el abrazo frío de los estupefacientes. Yo mismo he vivido el problema en casa de una forma muy directa y muy dramática. Sé de lo que hablo. Los adictos son víctimas y enfermos. Muchos de los que también son verdugos es porque ya lo eran antes de empezar a consumir. Y no olvidemos que, también, detrás de muchas adicciones hay problemas mentales que la sociedad consumista no ha sabido ni querido solucionar. Y todos esos enfermos acaban transformándose en detritus de un mundo en el que no hay lugar para feos, ni perdedores, ni enfermos, ni ancianos. Este texto va encaminando a concienciar para que dejemos de ser el combustible que financia guerras (¿cómo se financió la guerra de USA contra Irak y sus “armas de destrucción masivas”?), desestructuración familiar, violencia de género, proxenetismo, etc. Males endémicos de una sociedad que presume de ser la más civilizada de la historia.
ATOMIZACIÓN
“La desintegración familiar es una de las principales causas que lleva a niños y adolescentes al consumo de drogas y a cometer actos delictivos para comprarse los estupefacientes y de esa manera se incrementa la violencia”, señala Francisco Núñez Cáceres, presidente de la Federación Dominicana de Lucha Contra las Drogas. Al mismo tiempo, el pez se muerde la cola y, a más drogodependencias, más atomización social. No es por casualidad. El Sistema hace todo lo posible para que vivamos en un individualismo compulsivo, desintegrado de cualquier raíz familiar, cultural, espiritual. Maradona ya dijo que la cocaína acababa con toda su familia. Hay millones y millones de casos. Cada vez que hay un caso más de adicciones, los usureros que gobiernan y corrompen el mundo hacen un brindis. La drogadicción de millones y millones de personas en todo el planeta forma parte de un plan eugenésico para reducir la población y, especialmente, para invalidar a aquellos grupos sociales más molestos. Tampoco es casualidad que buena parte de los terroristas de ISIS sean antiguos yonquis. Todo forma parte de un mismo y colosal kid demoníaco. Una forma de plantarle cara es repeler todo “buen rollito” en torno al tema y de no sumarse a la barbarie colectiva.
PSICOSIS
“Un único uso de cannabis aumenta hasta un 40% las probabilidades de padecer una psicosis. Se sabe, además, que el consumo de cannabis está relacionado con que la esquizofrenia debuta a edades más tempranas. Cuanto más joven se inicia la enfermedad peor es su pronóstico. Si, además, el cannabis se consume junto a los psicofármacos que se toman como tratamiento, los efectos secundarios de estos se incrementan y la respuesta es peor”. Lo dice el psiquiatra Félix González, presidente de la Asociación Canaria de Neuropsiquiatría y Salud Mental (ACN), que asistió recientemente a las XVIII Jornadas Nacionales de Patología Dual celebradas en Madrid. “Los resultados de la investigación han venido echando por tierra las teorías de la inocuidad del cannabis”, asegura. No hace falta añadir nada más. El uso y abuso de la marihuana, excepto en algunos casos muy concretos, es peligroso para la salud y, también, para la salud mental del usuario. Además, dispara el porcentaje de enfermedades mentales. Gente aislada, enferma, desconectada de sí mismos, de su familia, de la sociedad y del Universo, de lo divino y de lo sagrado. Así nos quieren. Ya está dicho. Ahora, que cada cual obre a su antojo…
Pedro Burruezo
OJITO, OJITO
CONTROLA LO QUE CONSUMES
* Entre las drogas depresoras más consumidas están los tranquilizantes y los barbitúricos (Valium, Xanax). Los antidepresivos y ansiolíticos también son drogas
* Cualquier sustancia que altere el equilibrio de neurotransmisores en el cerebro son drogas. Sean legales o ilegales
* El aire de Roma contiene cocaína
* Consumir marihuana antes de los 15 años puede producir cambios estructurales en el cerebro para toda la vida
* Los peces de algunas zonas deben estar colocados todo el día por las grandes dosis de cocaína que se liberan a través de la orina y que van a parar a nuestros ríos y mares