‘Rarezas’ en las etiquetas
Aditivos alimentarios ‘potencialmente’ peligrosos. Quién no ha encontrado en una etiqueta de pepinillos un ingrediente con la intrigante denominación E509, un E338 en una lata de refrescos de cola o una mostaza que incluye E224. Pues la realidad es que detrás de estos misteriosos y tan poco explicativos códigos se esconden los aditivos alimentarios.
Ya sean de origen químico o natural no son alimentos como tales. Son sustancias que se agregan a los alimentos para conseguir un fin. Los colorantes hacen los alimentos más apetecibles, los conservantes prolongan su vida útil, los gelificantes y emulsionantes mejoran la textura, los potenciadores de sabor les dan el gusto a nuestras papilas gustativas y así sucesivamente.
Según el reglamento de la UIE sólo puede autorizarse el uso de aditivos alimentarios si su empleo plantea ningún problema de seguridad que se relaciona directa o indirectamente con la salud de quienes los consumen. Pero la realidad es que algunos de esto productos son como poco ‘problemáticos’.
E171 o Dióxido de titanio
Es un conocido agente blanqueador y opacificante. Lo podemos encontrar en chicles, dulces, productos procesados de patata galletas, helados y en ciertos embutidos. En cuanto a los riesgos, se ha observado que en experimentación con animales se ha comprobado que es un probable agente canceroso, especialmente de colon.
El uso del E171 fue suspendido en 2020 y en 2021. La EFSA, es decir la autoridad europea de seguridad alimentaria realizó una evaluación adicional que confirma que el dióxido de titanio podría tener ‘efectos negativos’ en la salud de los consumidores y lo calificó como ‘aditivo alimentario no seguro’. Pero la realidad es que, los estados miembros de la UE (excepto excepciones, como Francia) aún no se han decidido a prohibirlo.
E433 (polisorbato 80) y E466 (Carboximetilcelulosa)
Los emulsionantes mejoran la textura de los productos procesados y prolongan su vida útil. Los polisorbatos son los que dan esa cremosidad tan característica a los helados y contribuyen a que no se derritan fácilmente una vez fuera de la nevera. La carboximetilcelulosa es un gel sintético presente en postres cremosos, chicles, bebidas azucaradas, helados, tabletas de chocolate, salsas, bollería industrial, vinagretas, etc.
Estos dos emulsionantes podrían promover problemas inflamatorios a nivel intestinal y enfermedades como la colitis ulcerosa o el mal de Crohn. En varios estudios se comprobó que contribuyen a destruir algunos de los metabolitos beneficiosos, que mantienen la salud del colon y que promueven la proliferación anormal de ciertas bacterias. Pero para la EFSA son inocuos y permiten su uso. Aditivos alimentarios ‘potencialmente’ peligrosos.
Nitratos y nitritos
Se agregan nitratos y nitritos a las carnes para conservarlas por más tiempo, limitar la proliferación de bacterias dañinas y preservar su color rojo. El problema que tienen estas sustancias está asociado a su reacción con el hierro hemo en las carnes frías, cuyo resultado es un complejo muy estable (que da el color rosa a los jamones tratados), sospechoso de provocar mutaciones genéticas cuando entra en contacto con la mucosa del aparato digestivo.
Por ahora tanto a los nitratos como a los nitritos se los considera no peligrosos, siempre que se usen en bajas concentraciones, pero lo preocupante es su presencia en casi el 80% de las carnes y los embutidos. Aditivos alimentarios ‘potencialmente’ peligrosos.
Por suerte desde hace un tiempo podemos encontrar productos cárnicos etiquetados como ‘sin nitritos’, en los que dichos compuestos se han sustituido por alternativas vegetales. Y también podemos optar por los alimentos ecológicos que no los contienen.