Según un estudio recientemente publicado en la revista ‘People and Nature‘, la equidad de género entre hombre y mujeres, puede ser la clave que permita lograr una transformación sostenible del actual sistema agroalimentario.
El estudio lo llevaron a cabo un grupo de ecólogas que pertenecen al Laboratorio de Socio-ecosistemas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y que ha analizado cuál es el rol que las mujeres neorrurales cumplen como gestoras de iniciativas agroecológicas.
Mujeres neorrurales
Un equipo de ecólogas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) ha publicado en People and Nature, revista de la British Ecological Society, un estudio que analiza el papel de las mujeres neorrurales como gestoras de iniciativas agroecológicas en la Comunidad de Madrid.
El estudio analiza el fenómeno reciente en el que un número significativo de mujeres urbanas se están incorporando al sector productivo bajo modelos de gestión sostenibles, en comparación con el modelo hegemónico de producción industrial. Las autoras recogen las trayectorias, motivaciones y barreras de mujeres agricultoras, ganaderas en extensivo, apicultoras o panaderas artesanas que deciden salir de la capital hacia las zonas rurales de Madrid con el objetivo de empezar una iniciativa agroecológica.
Esta investigación destaca cómo la equidad de género es esencial para impulsar transiciones agroecológicas efectivas encaminadas a lograr sistemas agroalimentarios que integran sostenibilidad ambiental y social. Por tanto, integrar las perspectivas de género en las prácticas agrícolas permite no solo empoderar a las mujeres, quienes desempeñan roles clave en este ámbito, sino promover que todo el sector agrícola avance hacia sistemas agroalimentarios más respetuosos con el medio ambiente y los seres humanos.
Superando dificultades
El estudio exploró las motivaciones detrás de la implicación de las mujeres en iniciativas agroecológicas. “Las mujeres neorrurales mostraron un fuerte compromiso político y ambiental, orientado a generar impactos positivos en sus territorios y trabajar en armonía con la naturaleza.”, argumentan las autoras.
Aunque todas las entrevistadas se identificaron como líderes en sus proyectos, el estudio subraya que persisten desigualdades en la distribución de tareas y cargas de trabajo en las iniciativas agroecológicas colectivas y familiares. “A menudo, además de sus actividades productivas, las mujeres asumen una mayor responsabilidad en las tareas de cuidado, una dinámica que refleja los estereotipos de género tradicionales”.
La investigación identificó barreras de género comunes a todas las mujeres participantes, como la invisibilidad de su trabajo, la infravaloración de sus aportaciones y la dificultad para acceder a recursos como la tierra o conocimientos técnicos específicos. Sin embargo, las experiencias variaron según el origen de las mujeres. Las neorrurales, por ejemplo, enfrentaron desafíos adicionales relacionados con la falta inicial de redes de confianza en las comunidades rurales, dificultades que las mujeres locales, que siempre habían vivido en el territorio, no tuvieron que hacer frente.
A pesar de estas dificultades, las entrevistadas han desarrollado una diversidad de estrategias para sortear las barreras de género. Entre estas, destacan la formación a través de cursos formales e informales, la colaboración con otros actores de la cadena agroalimentaria y la creación de redes de apoyo, como asociaciones y grupos de mujeres productoras.
Inclusión y desarrollo sostenible
El estudio propone que comprender y abordar las barreras de género son pasos esenciales para fomentar un sector agrícola más inclusivo y equitativo. Al amplificar las voces de las mujeres y reconocer sus contribuciones, se puede cultivar un sistema alimentario más sostenible y justo y basado en alimentos ecológicos. Para ello no sólo es necesario acabar con los estereotipos de género tradicionales, sino también crear espacios que acojan diversas perspectivas, actores y valores relacionados con la producción de alimentos y las zonas rurales.
“El impacto de las mujeres va más allá de la producción de alimentos: su liderazgo contribuye a transformar el sistema agroalimentario hacia un modelo más inclusivo y sostenible. Al desafiar los roles de género tradicionales asociados al trabajo masculino en el campo, estas mujeres están liderando una transición agroecológica que prioriza tanto el respeto por el medio ambiente como el bienestar humano”, subrayan las autoras. “Amplificar sus voces y reconocer sus contribuciones —concluyen— es fundamental para cultivar un futuro donde la sostenibilidad ambiental y la equidad social vayan de la mano”.
Las autoras reconocen que no se trata únicamente de empoderar a las mujeres, sino de promover que todo el sector agrícola avance hacia sistemas agroalimentarios más respetuosos con el medio ambiente y los seres humanos.