Las radiaciones ionizantes se utilizan en la industria alimentaria convencional para eliminar microorganismos, plagas o parásitos, así como para prolongar la vida útil de ciertos productos. Sin embargo, este proceso puede modificar parcialmente la estructura química de los alimentos y alterar algunos compuestos orgánicos sensibles, como vitaminas o antioxidantes. Por ello, su aplicación es incompatible con los principios de la producción ecológica, basada en métodos naturales, sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
De acuerdo con la normativa europea vigente, los productos alimenticios e ingredientes alimentarios “ecológicos” no pueden ser tratados con radiaciones ionizantes en ninguna fase de su producción, elaboración o conservación. Esta restricción, recogida en el Reglamento (UE) 2018/848 busca garantizar que los alimentos certificados como orgánicos mantengan su integridad natural, sin recurrir a procedimientos que alteren sus propiedades esenciales o que puedan generar desconfianza en los consumidores.
Nada de radiaciones inonizantes en alimentos ecológicos
El Real Decreto 348/2001, de 4 de abril, por el que se regula la elaboración, comercialización e importación de productos alimenticios e ingredientes alimentarios tratados con radiaciones ionizantes, establece los principios generales para la elaboración, comercialización e importación de productos alimenticios e ingredientes alimentarios tratados con radiaciones ionizantes, así como la instrumentación de su control y una lista de productos alimenticios que pueden tratarse con radiaciones ionizantes, fijando las fuentes de radiación y las dosis máximas autorizadas a las que pueden someterse para alcanzar el objetivo perseguido.
¿Cuándo entra el vigor?
Asimismo, mediante este real decreto se incorpora parcialmente al Derecho español la Directiva (UE) 2024/2839 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 23 de octubre de 2024, por la que se modifican las Directivas 1999/2/CE, 2000/14/CE, 2011/24/UE y 2014/53/UE en lo que respecta a determinadas obligaciones de presentación de información en los ámbitos de los alimentos y los ingredientes alimentarios, el ruido al aire libre, los derechos de los pacientes y los equipos radioeléctricos. El presente real decreto entrará en vigor a los veinte días de su publicación en el «Boletín Oficial del Estado».
Los alimentos que comemos, sean importados o no, si no son ecológicos, pueden haber sido irradiados. La irradiación de alimentos, a veces llamada pasteurización fría o ionización de alimentos, es un tratamiento que puede darse a ciertos alimentos mediante radiaciones ionizantes, generalmente electrones de alta energía u ondas electromagnéticas producidas por elementos radiactivos (radiación X o gamma).
El proceso involucra exponer los alimentos a cantidades controladas de esa radiación para lograr ciertos objetivos. Suele emplearse el proceso para prevenir la reproducción de los microorganismos como las bacterias y los hongos que causan el deterioro de los alimentos. También puede reducir la velocidad de maduración o el rebrote de ciertas frutas y verduras modificando o alterando los procesos fisiológicos de sus tejidos sin grandes alteraciones en sus propiedades nutricionales ni organolépticas o físicas. La irradiación está permitida en más de 60 países, y cada año se procesan unas 500.000 toneladas métricas de alimentos en todo el mundo.
La normativa sobre qué alimentos que se pueden irradiar… varía mucho de un país a otro. En algunos países como Alemania y Austria sólo se pueden procesar con irradiación las hierbas secas, las especias y los condimentos, y sólo a una dosis específica, mientras que en Brasil se permiten todos los alimentos a cualquier dosis. Nadie mira las etiquetas de todo lo que consume.
Por tanto, es posible que estés comiendo alimentos irradiados sin saberlo. Por ejemplo, hierbas aromáticas y especias para infusiones y condimentos, si no son ecológicas. El alimentos “bio” es el único que, según su reglamento, no puede ser irradiado. O, mejor dicho, es el único en el que la irradiación está completamente descartada. En los demás, es como jugar a la ruleta rusa…