Los científicos han llegado a la conclusión de que existe un vínculo entre el calentamiento global y la mayor crisis del siglo XXI. Expertos de diferentes campos estudian nuestro entorno y su influencia en nuestro día a día, razón por la que hay estudios cada vez más amplios sobre el mundo que nos rodea, como el estudio de Manos Unidas en el que los jóvenes asocian la crisis climática con la pobreza.
Un claro ejemplo de lo que ha descubierto la ciencia en base a la observación es la información recogida en la revista Nature sobre un experimento realizado con murciélagos. Se tomaron datos de estos mamíferos durante 25 años, destapando conceptos hasta ahora desconocidos.
Además de establecer patrones claros sobre el comportamiento animal, sus resultados permitieron comprender cómo pueden ocasionarse las pandemias, un contexto que nos suena muy cercano.
Esto nos lleva a pensar directamente en la última gran pandemia que asoló el mundo hace apenas unos años: el COVID-19. El murciélago acaparó todas las miradas a raíz de la pandemia del virus Sars-CoV-2, pero el causante del coronavirus no es el único virus que puede transmitirse a través de murciélagos.
El Sars-CoV-1, el Nipah, el Hendra y posiblemente el Ébola son ejemplos de virus que van de estos mamíferos voladores a los humanos, a veces pasando por un huésped intermedio. El hecho de que algunos de los virus nombrados no sean tan conocidos no implica que contagiarse sea menos peligroso.
Algunas de las mayores crisis del mundo tienen su origen en los murciélagos
La tasa de mortalidad del virus Hendra en los humanos es del 57% (aproximadamente), mientras que la del virus Nipah acaricia el 100%, aunque no tiene una transmisión muy frecuente. El estudio mencionado estuvo liderado por la Dra. Raina Plowright, profesora del Departamento de Salud Pública y Ecosistemas de la Universidad de Cornell.
Fue conformado por un modelo matemático que predice cuándo se van a dar las condiciones para que el virus Hendra se transmita de los murciélagos de la fruta a los caballos y de los caballos a los humanos.
Para llegar a una determinación, los investigadores recolectaron datos desde 1996 a 2020 en la Australia tropical que evidenciaban varios patrones de conducta sobre las poblaciones de murciélagos de la fruta que habitan la zona.
El calentamiento global afecta a los murciélagos y, por ende, a la transmisión de enfermedades
Entre los datos de la investigación hay información relevante en cuanto a la ubicación y el tamaño de estas poblaciones: dónde hallan alimento, clima y fenómenos de El Niño, años con escasez de frutos, tasas de reproducción, registro de entradas en instalaciones de rehabilitación, pérdida de hábitat y floración en bosques.
Por motivo de la escasez de alimentos, los murciélagos se dividieron en grupos más pequeños y se movilizaron a zonas agrícolas y urbanas para subsistir. Otro dato no menor es que la falta de alimento estresa a los animales, generando una crianza poco eficiente en sus crías.
Otro artículo de los mismos autores publicado en Ecology Letters arrojó que los murciélagos desnutridos transmitieron una mayor cantidad de virus, posiblemente porque sus sistemas inmunitarios estaban debilitados.
Además, cuando las poblaciones sufren esta fragmentación en grupos más pequeños, los murciélagos realizan su desplazamiento más cerca de los humanos. Esta serie de acontecimiento llega a que la transmisión de enfermedades a humanos sea más frecuente a través del fenómeno conocido como zoonosis.
De esta manera, el calentamiento global incide en las enfermedades que transmiten los murciélagos con el cambio ocasionado en su hábitat. Las transformaciones que está padeciendo el planeta se están traduciendo en las mayores crisis de la historia, como lo sucedido con el COVID-19. Otras de las consecuencias se están viendo en daños irreparables en el medio ambiente, como el horror que está padeciendo el Amazonas.













