La COP30, llamada a ser un punto de inflexión para acelerar la acción climática global, avanza atrapada en un laberinto de negociaciones estancadas que amenaza con desinflar la cumbre antes de que llegue siquiera a su tramo decisivo.
Desde el inicio, los delegados han señalado que la agenda quedó sobrecargada de temas sensibles sin que ninguno haya recibido el tiempo o la voluntad política necesarios para un avance sustancial. El resultado es una conferencia que parece evitar deliberadamente los debates clave, como si todos esperaran que la presión del último minuto forzara un consenso que ahora se percibe lejano.
Los países más vulnerables denuncian que los compromisos prometidos años atrás siguen sin materializarse, mientras las grandes economías discuten sobre el ritmo y los costes de la descarbonización. Así, las delegaciones pasan horas negociando matices lingüísticos en lugar de cerrar decisiones que definan el rumbo climático de la próxima década.
COP30 negociaciones estancadas: una primera semana perdida entre aplazamientos y riesgos de fracaso
Tras la primera semana de negociaciones, la COP30 ha cerrado esta primera fase técnica de las negociaciones en el tiempo previsto, algo que no ocurría desde hace varios años. Sin embargo, de acuerdo con los observadores de la sociedad civil, este aparente éxito esconde una realidad preocupante: la presidencia brasileña eliminó desde el inicio la posibilidad de debatir los temas más conflictivos, posponiéndolos deliberadamente a la segunda semana.
La COP30, llamada a ser un punto de inflexión para acelerar la acción climática global, avanza atrapada en un laberinto de negociaciones estancadas que amenaza con desinflar la cumbre antes de que llegue siquiera a su tramo decisivo.
La presidencia ha agrupado los asuntos más complejos en cuatro bloques que se abordarán en los últimos días de la cumbre: la obligación de financiación del Norte global (artículo 9.1 del Acuerdo de París), el fin de los combustibles fósiles y la aceleración de la reducción de emisiones, la transparencia en los compromisos climáticos y las medidas unilaterales de comercio.
“La presidencia opta por una estrategia demasiado arriesgada. Posponer los debates fundamentales a los últimos días de la cumbre pone en enorme riesgo alcanzar acuerdos. Cerramos una primera semana en falso”, explican los ecologistas.
Andaluz añade que “los cuatro elementos que la presidencia quiere abordar en la decisión final de la cumbre requieren en estos momentos un acuerdo muy complejo y ambicioso. Una generosidad internacional que aún no se ha dado, y que parece que nos dirigirá nuevamente a un acuerdo más declarativo que real, que difícilmente se materializará, como está pasando con esa decisión de Dubái de poner fin a los combustibles fósiles”.
Transición justa bloqueada: el BAM frente al plan de la UE que dilata la acción climática
Uno de los principales puntos de conflicto ha sido el Mecanismo de Acción de Belém para la Transición Justa (Belém Action Mechanism o BAM, en sus siglas en inglés), una propuesta exigida por la sociedad civil y los sindicatos de todo el mundo que, durante los primeros días de la cumbre, el G77 y China incluyeron en las negociaciones.
Sin embargo, los países del Norte global bloquean el acuerdo. En lugar de aceptar la propuesta avalada por la mayoría del mundo, la UE ha presentado una alternativa: un ‘Plan de Acción para la Transición Justa’ que, para los ecologistas, solo responde a las necesidades del Norte, ignora la urgencia requerida y tergiversa la propuesta del mecanismo acusándola de ineficiente.
«En lugar de abordar medidas definitivas a aprobar por la COP30, la Comisión Europea y los Estados miembros, optan por dilatar este importante paquete a través de nuevos diálogos que durarán años”.
Adaptación en peligro: negociaciones lentas ante una crisis que corre más rápido que los acuerdos
Las discusiones sobre transición justa también han recibido el ataque de los países LMDC (Like-Minded Developing Countries), que impiden que los acuerdos recojan cualquier mención a la necesidad de poner fin a los combustibles fósiles, algo ya acordado en la cumbre de Dubái.
“Mantener estas menciones requiere también de una empatía del Norte global para paliar los efectos sociales y económicos de esas políticas, algo que no se ve en las salas de negociación. En su lugar, vemos nuevamente el reiterado empeño del Norte global, y particularmente los países del G7, de evadir sus responsabilidades históricas y actuales, y a los países petroleros instrumentalizando al G77 y China”.
En cuanto a mitigación, la cumbre comenzó sin que muchos los países, incluida la UE, presentaran sus nuevos compromisos de reducción.
A ello, se suma la falta de un espacio formal en la COP30 para poder abordar la “brecha de ambición e implementación”, es decir, para responder a la siguiente pregunta: ¿qué se puede hacer para limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5ºC con respecto a niveles preindustriales, teniendo en cuenta que los esfuerzos hechos hasta ahora son menores de lo que deberían?
Las discusiones sobre transición justa también han recibido el ataque de los países LMDC (Like-Minded Developing Countries), que impiden que los acuerdos recojan cualquier mención a la necesidad de poner fin a los combustibles fósiles, algo ya acordado en la cumbre de Dubái.
Esto ha causado que la presidencia vaya a incorporar la brecha como uno de los cuatro elementos a incluir en la decisión final. “Observamos que no hay una ruta clara para llevar a cabo una transformación que deje atrás los combustibles fósiles. Nohay un espacio para discutir sobre transición energética, deforestación o relaciones de la crisis climática con la crisis de biodiversidad”.
“Peligra el alineamiento entre la política climática y la mejor ciencia disponible, los informes del IPCC de cara a los próximos años. Finalmente, hay que destacar la mención a los mal llamados “combustibles de transición para conseguir transiciones justas”. Dentro de los “combustibles de transición”, está el gas fósil, cuyo uso continúa generando crisis climática e injusticia.
En materia de adaptación, otro de los acuerdos cruciales esperados en esta cumbre, las negociaciones avanzan peligrosamente lentas frente a una crisis que se acelera.
El objetivo de esta COP30 es ambicioso pero urgente: adoptar aproximadamente 100 indicadores para medir los avances concretos hacia el Objetivo Global de Adaptación (GGA), evaluando tanto la conservación de ecosistemas como el cumplimiento real de los compromisos de financiación internacional.
Paralelamente, esta COP debe abordar la brecha de financiación, es imperativo aprobar un nuevo compromiso que triplique la financiación pública para adaptación desde los niveles de 2022 hasta 2030, junto con una estrategia clara que establezca vías de implementación post-2025.
La Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia, publicada en julio de 2025 a instancias de Vanuatu y una coalición de Estados insulares y movimientos del Sur global, establece que los Estados tienen obligaciones jurídicas vinculantes para proteger el sistema climático.
La CIJ subraya tres obligaciones clave: mantener el límite de 1,5°C como compromiso legal; proporcionar financiación a escala de las necesidades reales de Pérdidas y Daños mediante recursos públicos basados en subvenciones y el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas; y garantizar el derecho a reparación integral de las comunidades afectadas.
Esta opinión llega en un momento clave, coincidiendo con la revisión del Mecanismo de Varsovia sobre Pérdidas y Daños en la COP30, y sería de esperar que influya significativamente en las negociaciones sobre financiación climática.
“La CIJ no ha podido ser más clara en su dictamen: ignorar estas obligaciones no las hace desaparecer. Los Estados deben elegir entre cumplir con el derecho internacional o admitir abiertamente que priorizan intereses económicos sobre vidas humanas”.
La Cumbre de los Pueblos: el grito que conecta crisis climática, desigualdad y neocolonialismo
El domingo finalizó la Cumbre de los Pueblos, un encuentro de pueblos originarios, indígenas, afrodescendientes, campesinos, pescadores, sindicatos y ecologistas, que se reunieron en la Universidad de Pará para mostrar al mundo la “fortaleza y unidad de la sociedad civil frente a un sistema depredador que devora territorios y vidas”.
Como resultado, la Cumbre de los Pueblos elaboró una carta muy completa que proporciona un análisis detallado y crítico de la crisis global. Este documento es fruto de dos años de trabajo con el interés de englobar las voces de las poblaciones más vulnerables, diversas y afectadas por la desigualdad y la degradación ambiental.
“La Cumbre de los Pueblos ha puesto de nuevo en evidencia la interconexión entre los conflictos sociales y climáticos, cuyo origen es el mismo sistema económico depredador de la vida. Las comunidades presentes nos han recordado la responsabilidad histórica de un Norte global que sigue con tácticas neocoloniales maquilladas de verde”.
Entre los contenidos de la carta se critica que la transición energética se está desarrollando bajo la lógica capitalista y, por lo tanto, perpetúa la injusticia, la desigualdad y el extractivismo en el Sur global. También exige el fin de los combustibles fósiles por medio de una transición justa en la que se considere la energía como un bien común.
Entre los elementos de esta declaración se rechaza la Tropical Forest Forever Facility propuesta por el gobierno, al considerarla una iniciativa que incrementa enormemente la presión en los territorios, además de ser una forma más de comercializar la naturaleza.
“Se hace evidente cómo los pueblos y personas reunidas en esta cumbre de los pueblos están dispuestos a abordar con solidaridad la complejidad de la crisis climática”.
“Esa solidaridad va más allá de la crisis climática, denuncia el genocidio en Palestina y la violencia en Sudán, la República del Congo, Nigeria… Son muchas las razones que nos hacen sumarnos a todas las propuestas de la Cumbre de los Pueblos, que reclamaremos dentro y fuera de las negociaciones”.
La falta de liderazgo visible y la fragmentación de las coaliciones tradicionales han contribuido a un clima de desconfianza creciente. Muchos observadores señalan que el “miedo a ceder” está bloqueando la posibilidad de pactos ambiciosos.
Con todo por decidirse en los últimos días, la COP30 se hunde en la sensación de que la ventana de oportunidad se estrecha. Si la cumbre termina sin acuerdos sólidos, no será por falta de diagnósticos, sino por la incapacidad colectiva de enfrentar, a tiempo, las conversaciones que realmente importan. Seguir leyendo en ECOticias.com
















