Así, recuerda que precisamente con este documento se perseguía establecer unos objetivos y medidas para promover un mercado único del transporte y reducir las emisiones. Sin embargo, subraya que no aporta «una estrategia clara para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y el consumo del petróleo».
Igualmente, la organización reconoce que el documento incluye algunos elementos «interesantes» como ciertas medidas para desviar el transporte de mercancías desde la carretera al ferrocarril y para eliminar los coches con «motores convencionales» de las ciudades. A pesar de ello, apunta que «pospone varias décadas la entrada en vigor de las medidas más necesarias y ambiciosas».
Por otro lado, explica que el Libro Blanco sobre Transporte plantea que para 2050 el sector del transporte habrá reducido sus emisiones de GEI en un 60 por ciento respecto a los niveles de 1990. Sin embargo, Greenpeace apunta que la mayor parte del esfuerzo de reducción se deja para después de 2030, cuando se prevé que el sector haya aumentado en un ocho por ciento sus emisiones con respecto a las de 1990.
La asesora política de Greenpeace en materia de transporte, Franziska Achterberg, ha señalado que «la Comisión pasa descaradamente la pelota a la siguiente generación con este Libro» y que «el sector del transporte se convertirá en la mayor fuente de emisiones de CO2 de Europa, pero la Unión Europea prefiere mirar hacia otro lado».
Finalmente, Greenpeace considera que esta estrategia no protegerá a la Unión Europea de situaciones de «gran volatilidad» de los precios del petróleo como la que se están experimentando actualmente a causa de los acontecimientos en el norte de África. «Al no incorporar medidas ambiciosas para reducir el consumo de petróleo, se está impulsando la búsqueda de petróleo en zonas cada vez más peligrosas y con un medio ambiente más frágil», ha concluido la responsable de la campaña Transporte de Greenpeace, Sara Pizzinato.
ECOticias.com – ep