Otan, un orangután de tres años, aprende a arreglárselas solo desde que lo encontraron, errante y en muy mal estado, en una plantación de palma aceitera. Había inhalado humo procedente de los incendios gigantescos que el año pasado arrasaron extensas zonas de bosque tropical en Kalimantan, provincia indonesia de la isla de Borneo.
Ajena a los gritos de sus compañeros de clase, una cría orangután se columpia cambiando de mano, con los pies en alto. En este refugio de la jungla de borneo, los monos reaprenden a vivir en su hábitat natural.
Otan, un orangután de tres años, aprende a arreglárselas solo desde que lo encontraron, errante y en muy mal estado, en una plantación de palma aceitera. Había inhalado humo procedente de los incendios gigantescos que el año pasado arrasaron extensas zonas de bosque tropical en Kalimantan, provincia indonesia de la isla de Borneo.
En el refugio internacional para animales (RIA), Otan y otros orangutanes huérfanos aprenden a hacer nidos, a buscar comida y a evitar a los predadores. Deben prepararse para regresar a una jungla donde estos grandes monos de Asia están más amenazados que nunca.
En julio, la Unión internacional para la conservación de la naturaleza (UICN) declaró a los orangutanes en peligro crítico, o sea la última etapa antes de la extinción de una especie en estado salvaje. Todavía hay algo más de 100.000 en Borneo. En 1970 eran casi 300.000, según la UICN.
Estos monos de pelaje pelirrojo podrían desaparecer completamente de Borneo en los próximos 50 años, debido a la deforestación y a los incendios que asuelan el bosque tropical, advierten los expertos.