Sapienza explica que entre finales de los 1800 y 1920, la población de Nueva York creció y con ella los desperdicios al puerto tanto de individuos como de negocios.
La naturaleza siempre consigue sorprender al encontrar modos de continuar. Basta asomarse a un proyecto en Nueva York a través del que unas 50,000 ostras tendrán camas hechas de la porcelana rota extraída de 5,000 inodoros reciclados.
Esas ostras ya se comenzaron a instalar en Jamaica Bay, Long Island y esa acción marca el regreso de los moluscos que siglos atrás fueron esenciales en el ecosistema del puerto de Nueva York.
La vuelta de las ostras se debe a los beneficios que estas ofrecen desde limpiar las aguas, ayudar a prevenir erosión, proteger los humedales, atenuar la energía de las olas y hasta formar una barrera natural contra las tormentas.
“Estas camas de ostras sirven múltiples propósitos como proteger nuestros humedales de erosión, filtrar naturalmente nuestra agua y proveerle un hogar a nuestros habitantes del mar”, dijo el alcalde de Nueva York Bill de Blasio durante el anuncio del proyecto, una iniciativa de la ciudad y el Departamento de Protección Ambiental (DEP, por sus siglas en inglés) en conjunto con el Billion Oyster Project.
La ciudad realmente necesita esas ostras; especie clave e “ingeniera original” del ecosistema del puerto de Nueva York, como la describe el Billion Oyster Project, un proyecto de escuelas, organizaciones sin fines de lucro, negocios y otros que aspiran a que mil millones de ostras se distribuyan alrededor de 100 acres de arrecifes del puerto para el 2030.
Es que quién diría que la historia de Manhattan está tan ligada a ese molusco.
Cuando el explorador inglés Henry Hudson hizo su entrada al puerto de Nueva York, este navegó alrededor de arrecifes de ostras, según el Billion Oyster Project.
“Para los 1700, muchas ostras se habían cosechado por el puerto de Nueva York y Nueva Jersey y estas se enviaban a través de Estados Unidos. Pero la sobreexplotación de la especie entre finales de 1800 e inicios de 1900 hizo que para ese momento casi ninguna ostra quedara”, le relató a Univision Nueva York el comisionado interino de DEP, Vincent Sapienza.
Hacia 1906, según el Billion Oyster Project, los neoyorquinos se habían comido las ostras, y la contaminación hizo que la calidad del agua no permitiera la regeneración de las ostras.
Sapienza explica que entre finales de los 1800 y 1920, la población de Nueva York creció y con ella los desperdicios al puerto tanto de individuos como de negocios.
¿El resultado? Un puerto contaminado con pocas posibilidades para la vida de las ostras y especies en el área.
Décadas después se promulgó la pieza que ampliada en 1972 se conocería como la Ley de Agua Limpia que protege la calidad de las aguas de la superficie en los Estados Unidos y considera ilegal la descarga de cualquier contaminante en aguas navegables.
De acuerdo con Sapienza, tras pruebas a través de los años en Jamaica Bay en torno a la calidad del agua y proyectos piloto que les mostraron que las ostras pueden sobrevivir en la bahía, esta iniciativa de instalar 50,000 ostras pudo echarse a andar.
“Unas pocas ostras no derivarán en grandes poblaciones. Pero una gran población como esta puede ayudar a que la colonia tenga bebés, crezca y sobreviva en la bahía”, ilustra Sapienza sobre el proyecto que describe como «la instalación de camas más grande para la cría de ostras en la ciudad».
La meta es una población de ostras con un desarrollo sustentable y por ende, un ecosistema más fuerte con su ayuda.
Pasos hacia un desarrollo sustentable
Ya las 50,000 ostras se encuentran en unas jaulas en Jamaica Bay. De acuerdo con Sapienza, en esta fase del proyecto se busca que las ostras se aclimaten al agua y en los próximos meses se instalarán los pedacitos de porcelana de 5,000 inodoros.
La llegada de las ostras supone, a su vez, un mensaje en torno a la nueva vida que puede tener un material -como la porcelana- para hacerle algún bien al ambiente.
La reutilización de la porcelana de los inodoros reciclados se basa en que su cerámica es un material natural que puede regresarse al ambiente sin contaminar aparte de que es “un gran medio” para que la larva de las ostras se agarre y crezca, explica el investigadorSapienza.
El proyecto extiende su alcance ambiental a los salones de clase pues junto al Billion Oyster Project, estudiantes del Urban Assembly New York Harbor School -una escuela pública en Governors Island que les ofrece a sus alumnos un programa marítimo- asistirán en la instalación de las camas de ostras, el monitoreo de la calidad del agua que estas necesitan y el crecimiento de su población.
Jamaica Bay es un cuerpo de agua de 31 millas cuadradas que incluye partes de Brooklyn, Queens y el condado de Nassau. La bahía es un valioso recurso ecológico: es un cuerpo de agua de 31 millas cuadradas con una cuenca fluvial mayor de 142 millas cuadradas que incluye porciones de Brooklyn, Queens y Nassau.
La bahía, según el DEP, es hogar de diversos hábitats para 91 especies de peces y 325 especies de aves al igual que para una gama de reptiles, anfibios y mamíferos pequeños.
Por considerar importante ese ecosistema, la ciudad de Nueva York apuesta a la restauración de las ostras a través de este proyecto subvencionado por un millón de dólares del Departamento del Interior de Estados Unidos administrados por la National Fish and Wildlife Foundation mientras el DEP aportó 375,000 dólares.
“La instalación de las camas para las ostras”, reflexiona Sapienza, “es una manera natural de ayudar al ecosistema de Jamaica Bay y así regresar a ese cuerpo de agua prístino que fue la bahía antes de que se contaminara”.