“El tristemente célebre “muro de Trump” es en realidad una ampliación del que ya existe entre EEUU y México. La “novedad” es que el candidato republicano a la presidencia norteamericana pretende que lo sufraguen los mexicanos, porque el proyecto está aprobado desde mayo de 2006, aun con un estudio de impacto ambiental y millones de voces en contra.”
La resolución 6061
El senado de los EEUU dio el visto bueno a la construcción de más de 1100 kilómetros de muralla, mediante la polémica “Resolución 6061”, también llamada “Ley del Cerco Seguro”, una extensión del muro que el ex presidente Clinton construyó en 1994, para prevenir la inmigración ilegal.
Dicha resolución que el ex mandatario Bush calificó como «un paso importante hacia la reforma migratoria”, también autorizó el uso de más barreras para vehículos, puestos de control e iluminación para disuadir la inmigración ilegal y el empleo de tecnología de avanzada, como los satélites y aeronaves no tripuladas, para monitorear las instalaciones.
Problemas medioambientales reales
La construcción de un muro en la frontera entre México y EEUU va a fragmentar el ecosistema del Desierto de Sonora, ocasionará daños a las plantas del desierto y a las comunidades de animales y dificultará la libre circulación de la fauna silvestre entre ambos países.
Un muro de tales características afectaría a cualquier especie que «camine, se arrastre o repte» a lo largo de la frontera, afirmó Brian Segee, abogada de los defensores de la fauna y agregó que: «los animales que no vuelen tendrán bloqueadas sus rutas habituales de reproducción y migración».
Adiós al Impacto Ambiental
Pero la ley REAL ID del 2005 aprobada por el Congreso estadounidense, permite «renunciar a todos los requisitos legales» que puedan interponerse en el camino de la construcción de barreras y caminos a lo largo de la frontera.
Ya en 2008, el entonces secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, utilizó su autoridad para anular las revisiones ambientales y para renunciar a los requisitos de conformidad con la Ley de Política Ambiental Nacional y la Ley de Especies en peligro de extinción, aplicados al muro.
La opción de Trump
Como es público y notorio, Donald Trump no se caracteriza por ser de los que se apoyan en la diplomacia para lograr sus fines y parece que además le importa muy poco, no solo lo que significaría poner un muro que se parecería mucho a la gran muralla china y constituiría una verdadera vergüenza, sino que aparentemente también le trae sin cuidado el aspecto medioambiental del emprendimiento.
De hecho, se ha burlado públicamente de los ambientalistas diciendo que pretenden combatir “su” muro, amparándose en trivialidades como son que el sitio sea el hogar o quizá pase por allí, un sapo o una serpiente (la falta de respeto, el sarcasmo y la ironía no pueden ser más patentes).