“En Paraguay más del 94% de la población rural tiene acceso al agua potable, gracias a numerosas iniciativas, que podrían ser un buen ejemplo a seguir por el resto de las naciones de América Latina y del mundo.”
Un liderazgo indiscutido
En toda América Latina, 30 millones de personas no tienen agua potable, mientras que 100 millones aún carecen de acceso al saneamiento. Esto sucede, a pesar de que la región es el hogar de un tercio de los recursos de agua dulce del mundo.
A este tema se le dio prioridad en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que se propuso como meta reducir a la mitad, para 2015, la proporción de la población sin acceso sostenible al agua potable y al saneamiento básico.
Sólo un país en todo el mundo lo consiguió en zonas rurales: Paraguay. De hecho, superó el objetivo, puesto que más del 94% de su población rural ahora tiene acceso a agua potable, en comparación con el 51,6% del año 2000, logrando más progresos que cualquier otra nación.
La consecución de los planes referidos al agua potable y al saneamiento ha sido aún más destacada, en los nuevos objetivos de desarrollo sostenible, que surgieron tras la revisión y corrección de los primeros.
La meta en la actualidad es que los países garanticen la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y del saneamiento para todos y los expertos afirman que, sin este progreso no se pueden alcanzar otros objetivos y metas.
El agua como prioridad de salud pública
Una de las formas en las que Paraguay abordó el problema del acceso al agua en las zonas rurales fue mediante la creación de una agencia de saneamiento y agua, el Senasa dentro del departamento de salud, ayudando a asegurar su tratamiento y distribución, como una prioridad de salud pública.
En 2007, Paraguay estableció que el derecho el acceso a agua suficiente y de calidad debía ser un derecho humano y lo hizo tres años antes, de que el derecho al agua y al saneamiento fuera reconocido por la ONU.
Se establecieron objetivos muy ambiciosos para aumentar la oferta de agua potable en las zonas urbanas y rurales. Se han puesto en marcha esquemas innovadores, como son los modelos de servicio comunitario, que brindan subsidios para poblaciones de menos de 150 personas.
En las comunidades rurales, el modelo funciona dando la responsabilidad del agua y el saneamiento a un consejo, conocido como Junta de Saneamiento, que está dirigido por voluntarios, que se ofrecen entre los vecinos.
Hay más de 2.500 de estas asociaciones comunitarias en áreas rurales y pequeñas comunidades en las periferias urbanas de todo el territorio del Paraguay, uno de los primeros países en promover este tipo de modelo.
Los costos del agua son accesibles y se pagan directamente en la Junta. De esta forma y a través de la fijación de las tarifas y la recaudación, las Juntas no sólo administran el dinero para realizar tareas de mantenimiento y operación, sino que devuelven al tesoro nacional, una parte de los costos de capital, que fueron usados para construir la infraestructura básica.