Los productos agrícolas de origen biotecnológico representan una opción viable como fuente alterna de energía, sin que ello represente un problema de seguridad alimentaria para los países. Lo anterior fue explicado por el doctor Albert Sasson, presidente del organismo promotor de biotecnología BioEuroLatina, durante su visita realizada en los primeros días de abril a México.
El también profesor emérito de la Universidad de Naciones Unidas indicó que a diferencia de la estrategia energética estadunidense, donde parte de su producción de maíz es aprovechada en la generación de bioetanol, hay esfuerzos en países como Brasil y China de emplear productos agrícolas mejorados genéticamente, y no de consumo humano, para generar biocombustibles.
Como ejemplo señaló que si bien en la actualidad el etanol producido a partir de maíz o caña de azúcar es el más comercializado, nuevas investigaciones de aquellos países emergentes sugieren emplear la celulosa de árboles mejorados genéticamente para generar etanol de gran capacidad energética. Esto se suma a la obtención de biodiesel a partir de aceites vegetales de palmeras o jatropha, en los que destaca la producción en Brasil e India.
El experto en biotecnología manifestó que muchos países, incluso latinoamericanos, ya tienen identificados hacia dónde dirigir sus esfuerzos en materia de bioenergéticos; sin embargo, se dijo sorprendido de que México aún no haya definido su estrategia, a pesar de que tenga los recursos humanos y las condiciones geográficas para contar con más de una opción.
Para el doctor Sasson, la indecisión de México por entrar a la “carrera” de los biocombustibles, a pesar de tener grupos de investigación que trabajan al respecto, puede ser un punto a favor si aprovecha los nuevos conocimientos y comienza a trabajar a partir de las tendencias más recientes, como el uso de celulosa o microalgas en la producción de biodiesel.
Si se trata de aliciente económico, el mercado europeo, que es uno de los de mayor requerimiento energético, se convierte en un objetivo para las próximas décadas, pues los países integrantes de la Unión Europea esperan emplear al menos cinco por ciento de energía derivada de biocombustibles, sobre todo del biodiesel.
Ante el cuestionamiento sobre los principales obstáculos que tiene la producción de biocombustibles, el director de BioEuroLatina expuso que el principal es la discusión sobre el uso de recursos agrícolas en combustibles, en vez de enfocarlo sólo a la alimentación. Al respecto, comentó que en ese argumento caben muchos matices, entre ellos el hecho de sacar de la pobreza a muchos productores que tienen suelos poco fértiles y que pueden aprovecharlos en la plantación de jatropha o palmeras aceiteras destinas a la generación de biodiesel.