Hoy se cumple el primer aniversario del derrame de petróleo ocurrido en el Golfo de México luego de explotara la plataforma petrolera “Deepwater Horizon” de la empresa británica British Petroleum (BP). Con un vertido de casi cinco millones de barriles de crudo, este desastre ambiental se convirtió en el peor de la historia de Estados Unidos y del mundo, con un impacto negativo que permanecerá por varios años.
Si bien el derrame comenzó el 20 de abril de 2010, recién para mediados de julio se logró contener la mancha. Una vez que esto ocurrió, algunos planes del gobierno y de la empresa estuvieron enfocados a mitigar el impacto en la biodiversidad y la población de la zona, mientras que científicos realizaron los correspondientes estudios para determinar las consecuencias del desastre.
Sin embargo, los trabajos realizados hasta el momento no alcanzan y el área afectada por el derrame sigue contaminada por una gruesa capa de petróleo que permanece en el fondo del mar. A pesar de que muchas zonas se reabrieron, todavía hay de cientos de kilómetros de zonas pantanosas y playas que se encuentran cerrados para la pesca comercial o deportiva. Asimismo, miles de aves y peces murieron, y muchos de ellos están contaminados o se ven afectados por la pérdida de otras especies y los cambios en el ecosistema.
Hace unos meses, BP anunció la creación de un fondo para indemnizar a los afectados, sobre todo para aquellos que vieron imposibilitado su trabajo al no haber temporada pesquera durante todo el 2010. Sin embargo, la cifra propuesta por la empresa resulta insignificante no sólo por los trabajadores sino que también por la irreparable pérdida ambiental.
Asimismo, organizaciones ecologistas como Greenpeace denuncian el accionar de BP, quien luego del derrame habría ocultado información para reducir sus responsabilidades sobre el hecho. Lo cierto es que a un año del accidente el problema está lejos de haber sido solucionado y el derrame en el Golfo de México aún demuestra su impacto negativo. La mayor parte del crudo vertido permanece en el mar, por lo que hoy en día se siguen encontrando ostras, camarones y todo tipo de peces y aves afectados con petróleo en sus órganos.
Si bien no se puede rescatar nada de positivo de semejante desastre, lo ocurrido hace un año debe servir para, de una vez por todas, comprender la necesidad de volcarse hacia formas de producción limpias, donde no se ponga más en riesgo el entorno natural y la vida de los seres vivos.
Existen los conocimientos y las herramientas para adoptar formas productivas más sustentables y, si bien puede verse como una tecnología de difícil acceso, lo cierto es que el mundo nos está demostrando la necesidad de invertir a futuro con propuestas donde el respeto y la protección del medio ambiente sean protagonistas.
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