Jonathan de Jesús Aguilar, estudiante de quinto grado, siembra plantas medicinales, alimenticias y ornamentales en botellas plásticas y otros recipientes que ordena en una área de su vivienda, en San Julián.
La práctica ha hecho que el menor fortalezca su autoestima e incremente su identidad con el medio ambiente.
Jonathan es parte del programa de educación ambiental Tierra de Niñez, que desarrolla la Asociación Gaia El Salvador y el Fondo de la Iniciativa para las Américas (Fiaes).
«He visto cómo ha cambiado mi hijo. Lo que nunca hacía, levantarse temprano a regar las flores, ahora lo hace. El proyecto lo ha motivado bastante, juntos diseñamos la «Tini» (espacio donde cultiva)», comentó la madre del niño Sonia Aguilar.
El proyecto, implementado desde febrero del año pasado, busca la conservación de los recursos del área natural protegida El Balsamar.
La iniciativa tuvo una inversión de $40,089; de los cuáles Fiaes aportó $29,914, y la asociación colocó una contrapartida de $10,175.
Fuentes del Fiaes expresaron que con el programa pretenden rescatar prácticas que promuevan el amor y la unidad con el mundo natural; incrementar y mejorar áreas verdes; conservar la biodiversidad; promover la seguridad alimentaria y la salud; y disminuir la contaminación ambiental, entre otros objetivos.
Actualmente hay 11 «Tinis» en diferentes hogares y uno en el Centro Escolar Palo Verde.
El programa en la escuela comprende el desarrollo de campañas de limpieza para educar en el adecuado manejo de los desechos sólidos, elaboración de un huerto y de abono orgánico.
Además, de la implementación de reciclaje, giras ambientales y desarrollo de un plan educativo que aborda temas como cambio climático, contaminación ambiental y derechos de la niñez, entre otros.
La iniciativa también permitió el fortalecimiento de un grupo de mujeres, de entre 20 y 50 años, que fueron capacitadas en la elaboración de productos a base de bálsamo, como champús, jabones y pomadas medicinales que venden en la localidad y en ferias.
El uso de la resina del bálsamo se hace de la plantación que está en la zona de amortiguamiento.
Las féminas, residentes en los caseríos Palo Verde y San José, han creado la cooperativa «Renacer de lo alto».
«Nosotros estábamos estancadas y no teníamos ni 25 centavos (de dólar) para darle a los hijos para comprar una golosina. Ahora siento que vamos a salir adelante», dijo Mercedes del Carmen Carías, una de las beneficiadas con el proyecto.
Éste, además, permitió darle mantenimiento a senderos del área natural protegida y reforzaron la protección contra incendios con rondas corta fuego.
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