El maíz (Zea mays) es una especie de planta de la familia de las gramínea originaria de Mesoamérica. Su infrutescencia femenina en la que crecen los granos comestibles se llama mazorca, elote o choclo. Su domesticación se inició hace doce mil años aproximadamente en el eje neovolcánico de México y se propagó por el resto del continente mucho antes de la llegada de los europeos. Fueron estos quienes lo trajeron a Europa en el siglo XVI.
Estudios genéticos han demostrado que el maíz surge de crianza selectiva del teosinte, una gramínea silvestre muy común en Mesoamérica. Y si bien la mayoría de los historiadores creían que la domesticación del maíz surgió de los valles de Tehuacán, Puebla y Oaxaca, en el llamado Eje Neovolcánico, gracias a nuevos estudios basados en restos arqueológicos de plantas de maíz encontradas en el valle de Tehuacán, se estima que estos podrían datar de hasta hace nueve mil años. Los ejemplares arqueológicos más antiguos de maíz cultivado en Sudamérica datan del 6700 AP.
Sistemas de riego en la Amazonia precolombina
Un estudio, publicado hoy en la revista Nature, describe cómo la sociedad prehispánica casarabe, de los Llanos de Moxos en Bolivia, diseñó e implementó un innovador sistema de ingeniería del paisaje que incluyó la construcción de extensos canales de drenaje y de estanques agrícolas.
Este avance permitió transformar las sábanas tropicales inundadas en campos altamente productivos e impulsó de este modo el desarrollo de la revolución neolítica en el Amazonas, entendido como el proceso hacia una economía basada en la producción de grano.
Esta región, habitada por los pueblos casarabes entre el 500 y el 1400 d.C., es una sabana tropical de tierras bajas marcada por estaciones de lluvias intensas e inundaciones, y estaciones muy secas. El hallazgo, liderado por Umberto Lombardo, arqueólogo ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona, ha permitido identificar una infraestructura agrícola única, hasta ahora no documentada en ningún otro lugar del mundo.
Técnica dual de gestión del agua
Esta técnica dual de gestión del agua permitió al menos dos cosechas de maíz al año garantizando el suministro de alimentos durante todo el año, esencial para sostener una población relativamente grande. «Esta estrategia agrícola intensiva indica que el maíz no solo se cultivaba, sino que probablemente era el cultivo básico de la cultura casarabe», explica Lombardo.
El papel crucial del monocultivo de maíz
Las conclusiones fueron posibles gracias a un minucioso trabajo de campo que combinó técnicas como el análisis microbotánico, los sensores remotos y la arqueología ambiental. El análisis de 178 muestras de fitolitos (microfósiles de plantas) y de polen de un estanque confirmó la presencia de maíz en los campos y el papel crucial del monocultivo de maíz en la dieta en esta sociedad precolombina. «Los datos muestran la ausencia de otro tipo de cultivos«, añade.
Personal boliviano e investigadores de las universidades de Exeter, Reading, Southampton, Nottingham y Oxford (Reino Unido) y São Paulo (Brasil) han colaborado en el estudio. La investigación no solo arroja luz sobre las capacidades tecnológicas de las civilizaciones precolombinas, sino que también ofrece lecciones valiosas para la sostenibilidad agrícola moderna. Este descubrimiento es un testimonio del ingenio y la adaptabilidad de los casarabes, quienes lograron prosperar gracias a su habilidad para diseñar soluciones agrícolas sostenibles a largo plazo en un entorno adverso.