El curso sobre rehabilitación energética de edificios del COAATT se ha hecho a través del Consorci per a la Formació Continua de Catalunya y ha tenido una duración de 60 horas.
Las dependencias municipales de la ciudad de Tarragona (Catalunya) podrían ser mucho más eficientes energéticamente si se hiciera un buen uso, ahorrando hasta un 20% del gasto actual que pagan todos los contribuyentes. Esta es la principal conclusión extraída de un curso reciente sobre rehabilitación energética de edificios que ha realizado el Colegio de Aparejadores, Arquitectos Técnicos e Ingenieros de Tarragona (COAAT) en diferentes edificios municipales de los centros cívicos de los barrios de Torreforta, Bonavista y Sant Salvador. El caso de Tarragona podría ser extrapolable a cualquier otra ciudad media española que necesita que el mantenimiento de su parque de edificios públicos sea más sostenible.
En Tarragona, el parque de edificios municipales es muy grande y sufre graves carencias energéticas. El estudio a fondo que realizan los aparejadores en algunos de los centros cívicos permite establecer cuánta energía gasta cada edificio y cuánto contamina. Una vez finalizado, se otorga a cada centro su certificación energética básica.
El curso sobre rehabilitación energética de edificios del COAATT se ha hecho a través del Consorci per a la Formació Continua de Catalunya y ha tenido una duración de 60 horas. El curso ha incluido muchas horas de práctica y esto ha permitido a los asistentes analizar sobre el terreno la realidad del parque inmobiliario municipal.
El ingeniero y consultor energético, Juan Ramírez, y director del curso, explica que las prácticas «las hemos hecho en espacios representativos de la ciudad como las bibliotecas o los centros cívicos, para que sea un análisis real de la situación que nos permita hacer un diagnóstico del edificio sin simulación«. Ramírez también remarca que, con esta práctica real, «podemos saber qué deficiencias tiene y, sobre todo, aprovechar que es un lugar público para hacer pedagogía y evitar que esto se quede en un simple papel y le podamos dar una continuidad a esta certificación».
Uno de los centros cívicos que ha sido objeto del estudio ha sido el del barrio de San Salvador, que se inauguró en 1993. Entonces, nadie hablaba ni de la certificación energética ni de la eficiencia o el ahorro energético. Antiguamente, las normativas no eran tan exigentes ni existían criterios de eficiencia o requisitos mínimos. En cambio, los nuevos edificios «están bajo el paraguas de unas normativas españolas y europeas que ya los hacen muy eficientes pero el resto de edificios, que representan un 99%, tienen una demanda energética muy elevada porque necesitan mucha energía para ser confortables y poderlos utilizar «, señala el ingeniero.
Deficiencias habituales
Muchos de estos edificios tienen paredes con poco aislamiento, con ventanas de cristales simples que no aíslan nada, que sufren muchas pérdidas energéticas porque, además de los cristales, no tienen protección solar: “En verano el interior del espacio es un horno y en invierno se convierte en una nevera «, describe Ramírez. Por otra parte, las instalaciones son muy limitadas y tienen unos radiadores muy pequeños, tan pequeños que, por más que estén encendidos muchas horas, no hacen nada.
Hasta un 20% de ahorro
Si se hace un buen uso de las instalaciones públicas, se cambian los hábitos y se implica al personal para que sea más responsable con el uso energético, el ahorro puede llegar a ser del 20% en edificios antiguos como estos centros cívicos. Eso quiere decir, que con una inversión cero, – tan sólo con concienciar al personal- se puede obtener un gran ahorro energético y económico. En este sentido, Juan Ramírez considera que los usuarios del espacio, -los secretarios o los conserjes-, «deben conocer qué instalaciones tienen y cómo funcionan. Se les debe educar energéticamente porque ellos son los responsables de tener las luces parados de día o cerrar la calefacción cuando una sala está vacía».
Por otra parte, en edificios municipales donde la iluminación funciona muchas horas, puede ser interesante cambiarla y sustituir los halógenos por los leds. Primero se puede cambiar en las zonas comunes, que es donde hay más consumo durante todo el día y, después, hacer un plan para el resto de espacios.
Los alumnos del curso, todos ellos aparejadores en activo, han visitado diferentes espacios municipales donde han analizado su estado actual, las carencias energéticas que tienen ahora -derivadas del año de construcción de cada centro- y, sobre todo, han podido comprobar qué usos y malos hábitos hay adquiridos que perjudican en el ahorro energético.