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viernes, junio 2, 2023

La crisis y los bandazos en la regulación de las renovables provocan malestar entre las empresas del sector

Que el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio tenga presentes a grandes científicos y pensadores como Albert Einstein a la hora de actuar es lógico. Einstein dijo: «Nunca pienso en el futuro, llega enseguida». El ministerio hace caso al genio y al menos en materia energética, ha decidido vivir -y legislar- al día. El objetivo: intentar alcanzar el equilibrio entre la apuesta medioambiental del Gobierno, el apoyo a la gran empresa tradicional y la falta de recursos en plena crisis. Muy difícil. El resultado, al menos durante esta semana, con la tramitación de una enmienda para limitar las ayudas a las renovables que modificaba lo establecido por segunda vez en cuatro meses, fue el caos.La raíz del problema está en que el negocio energético nacional se ha hundido con la crisis. Hay menos demanda (caída del 5,2% hasta septiembre, según fuentes de Red Eléctrica de España); sobra potencia instalada (90.000 megavatios, de los cuales 21.900 son eólicos y de otras tecnologías limpias) y sobra carbón. Todo el mundo pide ayudas y no hay dinero con el que apoyar a todos los que necesitan apuntalar sus resultados. Peor aún, los presupuestos no dan para todo y las tarifas eléctricas, reformadas en julio en medio de importantes protestas, tampoco.Pero había que hacer algo. En los últimos meses -desde mayo- ese algo ha consistido en un intento, por parte del Gobierno, de ordenar el aumento de instalaciones de energías renovables con derecho a cobrar primas. «Sebastián [Miguel Sebastián, ministro de Industria] intenta cargarse las renovables», señalan en la asociación empresarial de renovables APPA. Esta organización respira por la herida. Recuerda lo que ya se hizo en 2008 con el sector fotovoltaico, que en apenas un año creció un 450% y llegó a los 3.400 megavatios instalados frente a los 400 previstos oficialmente hasta 2010. En octubre del año pasado, un decreto frenó en seco el pago de primas y paralizó el sector, que perdió, según denuncian, 15.000 empleos. El salto espectacular que dio el sector fotovoltaico en 2008 contribuyó a que ese año se pagaran 3.000 millones de euros en primas a las energías renovables.

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