El consumo de biomasa forestal para usos térmicos ha emergido como una alternativa sostenible y renovable frente a los combustibles fósiles tradicionales. La biomasa forestal comprende residuos y productos derivados de los bosques, como troncos, ramas, cortezas, astillas y residuos de la poda, que pueden ser utilizados para generar calor y energía en diferentes aplicaciones.
Su utilización contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ya que la quema de biomasa libera una cantidad de carbono que, en teoría, ya está presente en los árboles y plantas, cerrando el ciclo de carbono de manera más equilibrada que los combustibles fósiles. De ahí la creciente apuesta que se está observando en Cataluña a tenor de estos datos.
Biomasa, al alza en Cataluña para el empleo térmico
El consumo de biomasa forestal para usos térmicos ha crecido en Cataluña un 12 % en 2024 con 547.200 toneladas que contribuyen a mitigar el cambio climático, fomentar la prevención de incendios y mejorar el estado de los bosques, según ha informado este lunes la Generalitat. La biomasa es una materia orgánica biodegradable proveniente de residuos agrícolas, forestales y ganaderos, cuyo uso facilita una mejor gestión de los recursos medioambientales.
Según ha señalado el departamento de la Generalitat en un comunicado, la superficie forestal gestionada para la obtención de recursos energéticos asciende a 22.798 hectáreas. Este incremento se ha debido a diversas actuaciones y medidas previstas en la Estrategia para aprovechar la biomasa forestal y agrícola impulsadas por la Generalitat de Cataluña desde 2014.
En este sentido, en estos diez años se han multiplicado por 2,2 tanto el consumo de biomasa como el número de hectáreas gestionadas, con la meta de alcanzar las 730.000 toneladas y las 30.400 hectáreas para el año 2027.
La consellera de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica, Silvia Paneque, ha afirmado que «cada vez se genera más biomasa en este país», después de señalar el incremento de instalaciones industriales y equipamientos que apuestan por la biomasa como alternativa energética en el territorio catalán.
«Es una tarea que permite prevenir incendios forestales y generar actividad económica directa en el ámbito rural», ha añadido Paneque. Este crecimiento en consumo de biomasa se ha debido a la demanda de astilla, que ha registrado un incremento anual del 34 % a causa de la puesta en marcha de nuevas calderas en el ámbito industrial y a la bajada de las exportaciones.
Además, en los últimos diez años, la producción de biomasa en Cataluña se ha profesionalizado, lo que ha supuesto que entre 2012 y 2023 se hayan puesto al servicio de Cataluña 4.265 instalaciones de biomasa, que han alcanzado los 393 MW (megavatios), según el Observatorio de Calderas de Biomasa de Cataluña. Por otro lado, la demanda de leña se ha mantenido estable y el consumo de pellets ha registrado un descenso del 17 %, permitiendo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en 218.057 de toneladas anuales.


















