España le declara la guerra a la energía eólica: el polémico proyecto que la UE quiere frenar urgentemente

Publicado el: 20 de agosto de 2024 a las 11:30
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España se pone «en contra» de la energía eólica. La Unión Europea quiere frenar un polémico proyecto urgentemente. La energía eólica proporciona grandes ventajas, pero esto no parece ser suficiente para conquistar al terreno español, donde ya ha demostrado su valor. Cabe destacar que la energía eólica se obtiene a partir de la fuerza del viento, también conocida como energía cinética del viento, y se utiliza para generar electricidad.

Es un tipo de energía renovable, dado que el viento es un recurso renovable, que a su vez es limpio y respetuoso con el entorno. Para aprovechar el viento y llevar a cabo la producción de energía eléctrica es necesaria la construcción de parques eólicos con los que extraer toda la potencia posible de esta renovable. Estos parques suelen ubicarse en zonas despobladas para evitar molestias s posibles habitantes cercanos.



Los parques eólicos están dispuestos de aerogeneradores, los dispositivos encargados de convertir la energía cinética generado por el movimiento del viento en eléctrica y el funcionamiento de la energía eólica. Estas “herramientas” para aprovechar la energía parecen ser el problema que pone a España contra la eólica.

España en guerra con la energía eólica: una actitud contraria a Europa

España quiere los aerogeneradores más lejos que nunca, una decisión completamente contraria a la de Europa. Galicia ha aumentado la distancia mínima de 500 metros a cinco veces la altura total del dispositivo. Por otra parte, Castilla y León y Valencia han fijado el límite en 1.000 metros, el doble de lo habitual. Polonia y la región más poblada de Alemania han realizado el movimiento opuesto.



La mayor parte del país prohíbe o no aconseja la ubicación de parques eólicos a menos de 500 metros de zonas habitadas. Ante este escenario, algunas comunidades ya han comenzado a llevar el mínimo hacia límites mucho más restrictivos.

A finales de 2021, la Xunta de Galicia aumentó la distancia mínima de las turbinas eólica a los núcleos urbanos. Era de 500 metros y pasó a ser cinco veces la altura del aerogenerador (que se calcula teniendo en cuenta el buje más pala), con el propósito de bajar su impacto visual.

Dicha modificación responde a las quejas de plataformas vecinales como “Salvemos a Comarca de Ordes”. Exponían que el límite anterior (de 500 metros) se estableció hace más de dos décadas, instancia en la que las turbinas eran de dimensiones mucho más pequeñas.

Con la nueva normativa, iniciativas que ya habían sido autorizadas en Galicia, como el parque eólico de Vila de Cruces, en Pontevedra, quedaron suspendidos por no cumplir por la distancia mínima solicitada.

En Galicia, un aerogenerador con una medida de 200 metros desde el suelo tiene que instalarse por lo menos a un kilómetro de las casas más cercanas. Es el mismo límite fijado en la Comunidad Valenciana hasta sus áreas protegidas.

España pone un límite a la energía eólica

Por su parte, Castilla y León aprobó un decreto en 2022 que regula la localización de nuevos parques eólicos y solares. Prohíbe su ubicación a menos de 500 metros de áreas de interés cultural, menos de 1.000 metros de núcleos urbanos y cualquier zona regable o crítica para especies protegidas.

Un escenario contrario al que sigue Europa. Polonia introdujo en 2016 una distancia mínima entre turbinas y eólicas y viviendas de 10 veces la altura del aerogenerador, pero luego se revirtió a 700 metros y recientemente bajó a 500. Francia también se muestra en contra de aumentar la distancia, mientras una región alemana (Renania del Norte-Westfalia) eliminó por completo la distancia mínima dentro de sus fronteras y reservó el 1,8% de la superficie a la instalación de parques eólicos.

En definitiva, España apuesta por ampliar la distancia mínima de los aerogeneradores por su impacto visual, un paisaje rural transformado, la limitación de zonas de ganadería y la agricultura y el impacto en la fauna local mientras Europa prefiere priorizar el uso de la energía eólica para acelerar la ansiada transición energética.