África cuenta con un enorme potencial renovable: abundante radiación solar, vientos costeros constantes, ríos caudalosos y recursos geotérmicos, especialmente en el Valle del Rift. Sin embargo, gran parte de su población sigue sin acceso confiable a la electricidad, y la dependencia de combustibles fósiles y leña sigue siendo alta, especialmente en zonas rurales.
En este sentido y mirando a una hipotética revolución de energía renovable en el continente africano surge la iniciativa del Mecanismo de Asistencia de Capital Semilla: un instrumento financiero diseñado para apoyar a emprendedores, startups y proyectos innovadores en sus primeras etapas de desarrollo, cuando el acceso a financiación comercial suele ser limitado (como ocurre en África).
¿Qué se necesita para la revolución renovable en África?
A las afueras de la ciudad de Bobo-Dioulasso, donde la exuberante amplitud del sur de Burkina Faso da paso a las arenas del desierto del Sahara, se encuentra la planta solar Kodéni. Fila tras fila de paneles solares se emplaza entre arbustos intermitentes, canalizando en su punto máximo 38 megavatios de electricidad limpia y barata a la red nacional de energía de Burkina Faso. Energía suficiente para abastecer a 115.000 hogares. Energía desesperadamente necesaria. Solo uno de cada cinco burkineses tiene acceso a electricidad, según la Agencia Internacional de Energía.
La planta, que entró en funcionamiento en 2024, fue posible en parte gracias a una subvención reembolsable del Mecanismo de Asistencia de Capital Semilla (SCAF, por su sigla en inglés) del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Desde su lanzamiento en 2014, el SCAF ha proporcionado capital de desarrollo a 33 proyectos de energía renovable en toda África. Su modelo de financiación, que ayuda a reducir los riesgos para inversionistas del sector privado, podría resultar fundamental para el futuro de un continente donde la electricidad sigue siendo escasa, dicen algunas personas.
Un continente con enorme potencial renovable
“África tiene el potencial de ser una potencia de energía renovable, con más del 60 por ciento de los mejores recursos solares del mundo, pero la neura inversionista ha frenado el desarrollo”, dijo Hongpeng Lei, líder de la Subdivisión de Mitigación del Clima del PNUMA. “Al proporcionar y desbloquear capital, el SCAF está apoyando a las naciones africanas para que tomen la delantera hacia un futuro energético bajo en carbono que beneficiará a cientos de millones de personas y ayudará a mantener bajo control las emisiones de gases de efecto invernadero”.
Muchas naciones africanas enfrentan un dilema: aumentar el acceso a la electricidad, que cerca de 600 millones de personas en el continente aún carecen, a la vez que garantizan que sus emisiones de gases de efecto invernadero no exploten, empeorando la crisis climática que ha golpeado duramente al continente. África alberga vastas fuentes de energía renovable: solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica. Muchas de esas fuentes siguen sin explotar, y el continente solo atrae el 3 por ciento de la inversión mundial en energía.
El SCAF fue diseñado para desbloquear la inversión privada para proyectos de energía limpia en etapa inicial, en mercados emergentes. Es financiado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Acción Climática, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de Alemania. Administrado por el PNUMA y la Escuela de Frankfurt, el SCAF apoya a inversionistas del sector privado en el África subsahariana y el sudeste de Asia.
Al proporcionar subvenciones no reembolsables y grandes subvenciones reembolsables contra el cierre financiero de un proyecto, el SCAF permite que empresas de energía renovable ingresen en mercados que no han podido atraer capital debido a una percepción de alto riesgo.
Más allá de la energía: beneficios sociales y comunitarios
Hasta ahora, nueve proyectos apoyados han alcanzado su cierre financiero en África y Asia. Investigaciones realizadas por el SCAF han encontrado que cada dólar invertido ha desbloqueado US$ 88 en financiamiento privado. Estos proyectos no solo están mejorando el acceso a la energía; están brindando beneficios más amplios para el desarrollo y la resiliencia de la comunidad, incluyendo nuevos empleos, afirma Lei.
A nivel global, estos proyectos están contribuyendo al objetivo de triplicar las energías renovables para 2030, lo cual es necesario para cumplir con los objetivos climáticos internacionales. Una vez que todos los proyectos que han recibido subvenciones reembolsables estén operativos, se espera que aporten 3.573 megavatios de capacidad de generación. También están programados para emplear a 26.000 personas y evitar la liberación de 6,4 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, lo que equivale a retirar 1,5 millones de automóviles de la carretera.
El SCAF respaldó la planta Golomoti Solar al sureste de la capital de Malawi, Lilongwe. Este proyecto solar fotovoltaico de 20 megavatios incluye un sistema de almacenamiento de energía en baterías. Golomoti Solar ha reducido la dependencia de Malawi en la energía hidroeléctrica y la generada por diésel, fuentes cada vez menos confiables, la primera por ser vulnerable a la escasez de agua relacionada con cambios en el clima.
El proyecto también financia pozos en áreas rurales para mejorar el acceso al agua potable y reducir la carga laboral sobre las mujeres, que generalmente son las responsables de recolectar agua. “Antes… tenía que viajar largas distancias para buscar agua”, comenta Chisomo Lubaini, quien ayuda a administrar un pozo perforado por Golomoti Solar. “Al tener acceso a agua limpia… puedo aprovechar el agua para mi negocio de fabricación de ladrillos y el tiempo que ahorro lo puedo usar para la agricultura».
En Zimbabue, el SCAF apoyó una central hidroeléctrica de pasada de cinco megavatios adyacente al lago Mutirikwi en la provincia de Masvingo. La central, conocida como el Proyecto Hidroeléctrico del Gran Zimbabue, se basa en la primera licencia de agua no consuntiva del país, lo que significa que debe devolver toda el agua que utiliza en la generación de energía. Lei dice que la central, que entró en funcionamiento en 2024, podría abrir la puerta a muchos otros proyectos similares.
El mandato del SCAF se extiende hasta 2026. El PNUMA está en conversaciones con sus donantes para lanzar la próxima iteración del Mecanismo, que los funcionarios esperan que continúe apoyando proyectos de energía limpia donde más se necesita. “A medida que las naciones africanas se preparan para presentar su próxima ronda de planes climáticos nacionales y reunirse en la siguiente Cumbre del Clima de África, iniciativas como el SCAF muestran que la ambición puede ir acompañada de acción”, concluye Lei.
En conjunto, esta futura transformación en África (alentada por el Mecanismo de Asistencia de Capital Semilla) no solo reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que generaría empleos, impulsaría la industrialización y mejoraría la calidad de vida de millones de africanos. ECOticias.com