“Un nuevo estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Sheffield ha analizado el impacto que la fabricación del pan tiene cada día en el Medio Ambiente local y mundial.”
El pan ha existido en muchas culturas durante milenios y está considerado un alimento básico para la dieta global. Desde que se comenzó a plantar trigo especialmente para producirlo, las variaciones de pan han aparecido por todas partes, desde la pita de Oriente Medio y las tortillas centroamericanas, hasta el “injera” etíope y la baguette francesa.
El estudio de la Universidad de Sheffield publicado en la revista Nature Plants, buscaba analizar todo el proceso de producción de un pan, desde el cultivo y la recolección del trigo, hasta la molienda del grano, la producción de la harina, el horneado y la presentación final.
El estudio mostró que el uso de fertilizantes con base el nitrato de amonio en el cultivo del trigo aporta un 43% de emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual según Liam Goucher, principal autor de la investigación, empequeñece el impacto de los demás procesos en la cadena de suministros.
Goucher es investigador de la Agroalimentaria N8 y recalcó que la contribución al Medio Ambiente de los fertilizantes que se emplean para aumentar las cosechas de trigo es muy preocupante y poco conocido
El científico alertó que: “encontramos en cada pan un impacto directo en el Medio Ambiente resultante del fertilizante aplicado a los campos de los agricultores para aumentar su cosecha de trigo, con consecuencias nefastas dado el grado de liberación de gas nitroso que se produce cuando el suelo se degrada.
¿Hay soluciones?
La Universidad de Sheffield posee un centro de estudios llamado Grantham, orientado a la investigación de Futuros Sostenibles y uno de sus integrantes es Peter Horton, co-autor del estudio mencionado, quien destaca que se han enfocado en el desafío que el pan representa para la seguridad alimentaria y para el Medio Ambiente.
La idea era resolver los principales conflictos en el sistema agroalimentario, cuyo objetivo primordial es hacer dinero. La alta productividad agrícola, necesaria para obtener ganancias para los agricultores, las agroempresas y los minoristas de alimentos y al mismo tiempo mantener precios bajos al consumidor final requiere de la aplicación de fertilizantes relativamente baratos, pero en nada sostenibles.
Horton afirmó que las más de 100 millones de toneladas de fertilizantes que se usan cada año para apoyar la producción agrícola producen un fatídico impacto en el Medio Ambiente local y global que generalmente no se singulariza.
Las soluciones para disminuir dicho impacto comienzan con la aplicación de mejores prácticas agronómicas que aprovechen lo mejor de la agricultura orgánica combinándola con nuevas tecnologías que mejoren el monitoreo del estado nutricional de los suelos y plantas y reciclar los desechos de la manera más adecuada.