La Comisión Europea y su línea de desregulación ambiental poco verde
El último informe Europe’s Environment 2025 de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), publicado es un alarmante recordatorio de la magnitud de la crisis ambiental en Europa. Nuestro continente se calienta al doble del ritmo global, la biodiversidad sigue colapsando y los recursos naturales están sometidos a una gran presión. Más del 80 % de los hábitats protegidos se encuentran en estado deficiente o malo, entre un 60 % y 70 % de los suelos están degradados y solo el 37 % de las aguas superficiales europeas alcanza un buen estado ecológico.
Sin embargo –en contradicción directa con los hallazgos del informe–, la Comisión Europea impulsa una agenda de desregulación ambiental que pone en riesgo décadas de avances legislativos en materia de deforestación, protección de la naturaleza y restauración. El reciente anuncio de retrasar la aplicación del Reglamento Europeo de Deforestación (EUDR, por sus siglas en inglés) es solo el último ejemplo de esta tendencia, y se esperan más debilitamientos con la próxima regulación ambiental “ómnibus”.
“El informe de la AEMA demuestra –una vez más– que Europa simplemente no puede permitirse desmantelar las leyes que protegen a su ciudadanía, su naturaleza y su economía. Retrasar el Reglamento Europeo de Deforestación o debilitar nuestras leyes de naturaleza y agua sería un error histórico e irreversible. Por el contrario, su plena implementación y cumplimiento son esenciales para garantizar la competitividad de Europa, la seguridad alimentaria e hídrica, y el bienestar de la población”, declaran entidades ecologistas.
La ciudadanía europea no apoya esta deriva. En una reciente consulta pública, cerca de 200000 personas expresaron su firme oposición a cualquier intento de desmantelar las leyes que salvaguardan nuestra naturaleza, agua, bosques y bienestar. Los responsables políticos deben atender estas demandas.
Con tres cuartas partes de las empresas de la zona euro críticamente dependientes de los servicios de los ecosistemas, la pérdida de naturaleza está socavando la competitividad y la resiliencia de Europa. Los costes humanos y económicos de la crisis climática y de la pérdida de naturaleza no dejan de crecer: los desastres relacionados con el clima provocaron pérdidas por 738 000 millones de euros en la UE entre 1980 y 2023, y 162 000 millones solo entre 2021 y 2023; las inundaciones y sequías devastan tanto a comunidades, como a la agricultura; y cada año se pierden miles de vidas.
Sin embargo, las tendencias en uso del suelo, pérdida de biodiversidad, contaminación del agua, impactos globales del consumo europeo y riesgos climáticos para la economía resultan profundamente preocupantes y están intrínsecamente ligados a las perspectivas económicas, la seguridad, la salud y la calidad de vida en Europa.
Ante esto, la AEMA hace un llamamiento a una “revisión fundamental de cómo gestionamos la relación entre nuestra economía y la naturaleza”, concluyendo que “solo restaurando el entorno natural de Europa podremos mantener una alta calidad de vida para la ciudadanía”.
El informe plantea que las respuestas deben ser rápidas, ambiciosas y coordinadas: transición hacia energías renovables, restauración de ecosistemas, reducción drástica de emisiones y un cambio profundo en los patrones de consumo. Europe’s Environment 2025 es, en definitiva, un recordatorio de que el futuro de Europa depende de actuar ya, con una visión integral que coloque la sostenibilidad en el centro de las decisiones políticas, económicas y sociales. ECOticias.com