La ‘triple crisis planetaria’ amenaza a Europa: en los últimos años, la UE ha dado pasos importantes hacia una transición justa y ecológica, en particular a través del Pacto Verde Europeo (PEE).
Sin embargo, la ‘triple crisis planetaria‘ actual, compuesta por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, exige una acción más amplia, rápida y profunda para que la economía de la UE vuelva a un espacio operativo seguro y se ajuste a su propio tratado.
La magnitud del desafío de la sostenibilidad es evidente, especialmente en medio de las tensiones geopolíticas y el creciente escepticismo político hacia la legislación verde. Si bien el apoyo público a la acción climática sigue siendo sólido, es hora de que las políticas equilibren la ambición con la equidad para garantizar la aceptación social.
Durante demasiado tiempo, el crecimiento económico y las ganancias a corto plazo se han utilizado como excusas para soslayar el bienestar de las personas y de nuestra población.
Es una elección errónea, una que la UE ya no puede permitirse. Una transición justa hacia una economía del bienestar no es solo idealista; es esencial. ¿Por qué? Porque ofrece una vía coherente hacia un futuro más justo, más verde y más resiliente en términos sociales, económicos y ambientales.
Triple crisis planetaria
El estado del medio ambiente en Europa no es bueno y los impactos del cambio climático, la degradación de la naturaleza, la sobreexplotación y la pérdida de biodiversidad constituyen una seria amenaza a pesar de las reducciones en emisiones de gases invernadero y polución atmosférica.
Ésta es la conclusión central del informe quinquenal de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), difundido este lunes y que califica de «preocupante» las perspectivas para la mayoría de tendencias medioambientales, advirtiendo además del riesgo para la competitividad, la seguridad y la calidad de vida.
El estudio, que se basa en datos de 38 países, constata un deterioro generalizado de la biodiversidad debido a «presiones persistentes impulsadas por producción insostenible y patrones de consumo«, una tendencia que se espera que continúe y que hace «improbable» que se cumplan los objetivos marcados para 2030.
Más del 80 % de los hábitats protegidos están en estado malo o pobre, con entre el 60 y el 70 % de los suelos degradados.
Aunque la extensión de las áreas protegidas ha aumentado en la última década -el 26,1 % del total del suelo de la Unión Europea (UE) y el 12,3 % en los mares (datos de 2022)-, eso no garantiza de por sí una protección efectiva de la biodiversidad, advierte la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).
El informe alerta de la degradación del medio ambiente europeo, en un contexto en el que tres cuartas partes de la producción de bienes y servicios en la zona euro depende de los servicios medioambientales y el 75 % de los préstamos bancarios corresponden a compañías dependientes de recursos naturales.
Los recursos hídricos se encuentran bajo «presión severa», y un tercio del territorio y la población europeos padece escasez de agua, con la agricultura como principal causante.
Europa es el continente que más rápido se está calentando, dos veces más que la media mundial, a la vez que aumenta la severidad de las precipitaciones, con varios episodios de riadas en los últimos años, como las de Valencia el año pasado, resalta el estudio.
El aumento de la frecuencia de las temperaturas extremas provocó al menos más de 70.000 muertes solo en 2022, mientras el sur de Europa se ve azotado por fuegos incontrolados, escasez de agua y sequías que afectan a la producción de alimentos, la energía y el suministro público de agua.
Las estimaciones apuntan a que los episodios extremos vinculados al clima han provocado pérdidas de activos en la zona euro de 738.000 millones de 1980 a 2023, un 22 % de esa cantidad entre 2021 y 2023.
Las pérdidas económicas anuales vinculadas a esos fenómenos climáticos entre 2020 y 2023 fueron 2,5 superiores a la media de la década anterior y más de la mitad no estaban aseguradas.
Mitigación y reducción de emisiones
El informe destaca no obstante el «progreso importante» en áreas como la mitigación de los efectos del cambio climático, por ejemplo, en la reducción de emisiones de gases invernadero en un 37 % desde 1990, gracias a la reducción en el uso de combustibles fósiles y a que la cuota de las energías renovables se ha duplicado.
Las renovables representaban en 2023 el 24 % del consumo energético en la UE, mientras los combustibles fósiles acaparaban aún más del 70 %.
En el sistema industrial, las emisiones de gases contaminantes cayeron un 35 % entre 2005 y 2023, aunque los costes de la polución industrial siguen siendo «sustanciales» y una mayor descarbonización requerirá una electrificación a gran escala, un cambio al hidrógeno en ciertos procesos y el uso de materiales renovables.
La reducción de emisiones en los sistemas de movilidad y alimenticio ha sido mucho menor: un 6 % en el transporte doméstico en 2005-2023 y del 7 % en la agricultura.
La polución atmosférica también se ha reducido de forma significativa, con una caída del 45 % en las muertes prematuras atribuidas a las partículas finas, aunque la contaminación atmosférica aún es responsable de al menos 239.000 muertes al año.
Revertir la tendencia negativa
El informe aboga por un cambio «urgente» en los sistemas de producción y consumo, descarbonizando la economía, apostando por un modelo circular, reduciendo la polución y ejerciendo una administración responsable de los recursos naturales, siguiendo la línea marcada por el Pacto Verde Europeo.
Entre las soluciones propuestas figuran restaurar los hábitats mediante soluciones basadas en la naturaleza, descarbonizar sectores clave como el transporte, reducir las emisiones en agricultura, invertir en la transición verde y digital y aumentar la circularidad de la economía.
«Este informe es un triste recordatorio de que Europa debe mantener el curso e incluso acelerar nuestras ambiciones climáticas y medioambientales«, señaló en un comunicado la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Teresa Ribera.
Ribera resaltó que posponer los objetivos climáticos «solo aumentaría los costes, profundizaría las desigualdades y debilitaría nuestra resiliencia«. EFE