La población de grandes ciudades está incrementando de manera significativa, por ello, es de vital importancia para las áreas urbanas la implementación de un modelo sostenible cuyos pilares se sustenten en la energía y la movilidad.
El transporte eléctrico juega un papel fundamental a la hora de reducir la contaminación en las ciudades.
Pero esto, ¿qué implica?
Se necesita una estrategia integrada en la cual la electromovilidad se convierta en el eje principal, incluyendo la descentralización de la producción energética, los sistemas de almacenamiento de la electricidad, los edificios eficientes, etc.
Infraestructura, planificación urbana y hábitos en el transporte. Tres aspectos clave.
Para llevar a cabo dicha estrategia, es necesario tener en cuenta estos tres aspectos, sin perder de vista los principales agentes implicados, como es el caso de las compañías energéticas, operadores de servicios de movilidad, planificadores urbanos, fabricantes de vehículos, etc.
Además, en este punto no solo debemos tener en consideración el vehículo privado sino también debemos poner especial énfasis en el transporte público eléctrico, las flotas de taxis, y los vehículos compartidos, puesto que éstos son los que pasan mayor tiempo en las calles y realizan las distancias más largas.
Por último, y no por eso menos importante, ya que es un factor clave para incrementar la electromovilidad, gran parte de los esfuerzos deben estar centrados en la infraestructura, creando puntos de carga públicos y su correcta localización.
Beneficios. La electromovilidad conlleva muchos beneficios.
Entre ellos, la reducción de la contaminación acústica, la reducción de las emisiones de CO2, la posibilidad de alcanzar la eficiencia energética o la mejora de la movilidad urbana.
De ahí la importancia de implementar diferentes planes de acción que permitan potenciar la electromovilidad en todas las áreas urbanas.
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