Se cierne un futuro tan impensado como sombrío sobre China. Actualmente, el país asiático domina la mayor parte de la producción mundial de coches eléctricos. Sin embargo, su fabricación masiva ha llegado a tal punto que amenaza con acercarse estrepitosamente a un apocalipsis. La guerra de precios y el exceso de capacidad son algunos de los elementos involucrados en lo que está por venir.
¿Qué pasará con los coches de China?
Mientras China busca reinar también en el mercado del transporte global, se ha emitido una severa advertencia sobre la industria automotriz china. Ha sido proferida por Stella Li, vicepresidenta de BYD, en el marco del Salón de Múnich, reporta Business Insider España.
La estimación de la empresa es que unas 100 de las 130 marcas que trabajan en China podrían quedar fuera del mercado si continúa la presión sobre los descuentos y las condiciones de venta. Un escenario que está alineado con el estudio de diversas consultoras, que auguran un contexto de supervivencia para una veintena de compañías sólidas.
El detonante de esta situación ha sido la denominada “guerra de precios”. Las ventajas de los últimos años han estado marcadas por rebajas agresivas, financiación a coste cero y otros movimientos para mantener las matriculaciones.
Pekín, con temor a la deflación y la nocividad que este tipo de políticas puede ocasionar a la rentabilidad industrial, ha comenzado a limitar estas prácticas. Según Financial Times, el resultado ha sido un margen más acotado para competir por precios y presión inmediata acerca de los fabricantes con estructuras más débiles.
Dicha presión se agrega a un problema estructural, que es la capacidad sobredimensionada. En la actualidad, las fábricas de China pueden producir hoy muchas más unidades de las que vende y el uso medio de plantas ha bajo de forma considerable.
Solo 15 marcas de China quedarían “en pie” para 2030
La consultora AlixPartners augura un escenario aterrador para las empresas de China, que hasta hace muy poco se veían como firmas invencibles. De las 129 marcas que se dedicaban a la venta de vehículos eléctricos y enchufables en 2024, solo 15 sobrevivirán financieramente para llegar a 2030.
Para fabricantes como BYD, este cambio representa una competencia directa en diversas gamas y un mercado más estable de precios.
No obstante, la propia BYD ha reconocido que no es inmune a esta situación. Sus resultados trimestrales han expuesto un cierto deterioro frente a la mezcla de regulaciones y caída de incentivos, obligando a revisar previsiones y márgenes.
Estas previsiones pueden darse más allá del territorio de China. Ya son varias las marcas chinas que están tratando de crecer en mercados exteriores para compensar la pérdida interna. Pero la internacionalización tampoco es un terreno fácil.
Bajo este marco, las empresas se topan con barreras arancelarias, exigentes requisitos técnicos, redes de distribución y costes de producción en Europa o América. Frenos reales que podrían determinar a largo plazo los actores de la industria que siguen y los que no.
¿Cómo afecta la situación de China al mundo?
La desaparición de proveedores domésticos en China puede tener incidencia sobre las cadenas de suministro globales, consigna Reuters. Esta situación afectaría a diferentes parámetros de la industria, contemplando desde baterías hasta componentes electrónicos, con impacto en costes y plazos de entrega.
He Xiaopeng, CEO de Xpeng, fue aún más fulminante en un reciente podcast compartido en X por Lei Xing. “Ningún fabricante chino está a salvo de una ronda eliminatoria que llegará a su final en cinco años y en la que solo quedarán cinco marcas”, expresó.
Todo parece indicar que un futuro sombrío se acerca a China. Un apocalipsis que acabará con lo que parecía imparable y dibujará un nuevo horizonte para la industria automotriz. Mientras se determina hasta qué punto se cumplen estos augurios, el mundo se maravilla con el monstruo eléctrico que ha liberado China.