Cada vez es más la gente que se pregunta si estamos preparados para los coches eléctricos. El Parlamento Europeo ha declarado formalmente que en 2035 comienza el principio del fin de los coches de combustión en los países miembros de la UE. Pero a poco menos de 11 años de que se cumpla ese plazo, la gente se pregunta si la meta que se ha propuesto es alcanzable.
Lo que hay que hacer
Lo primero sería limitar el impacto de la industria automotriz y construir una cantidad significativa de estaciones de carga. Además, se debería lograr una accesibilidad adecuada de los consumidores a los coches eléctricos. Estas son las claves que aparentemente cree la UE que podrían apuntalar su decisión. Y las que harían viable el cese cuanto antes de la fabricación de nuevos coches con motores térmicos contaminantes y consumidores de combustibles fósiles.
A partir de 2035 en la Unión Europea la venta de coches nuevos que necesiten quemar gasolina o diésel estará prohibida. No obstante, la venta de autos usados todavía será posible y podremos seguir conduciendo los que se tenga en ese momento. Es decir, que solo se podrán adquirir coches eléctricos o alguna alternativa innovadora que surja de ahora en más.
Pero esta decisión aparentemente obliga a la industria a iniciar, prácticamente ya, un cambio radical. De hecho, hay varias marcas que ya han declarado que para 2029 0 2030 ya no fabricarán más modelos con motor a combustión. Y algunas lo hicieron antes de aquella histórica decisión.
El problema mayor es de los consumidores. Primero porque en la actualidad, en países como el nuestro, muchos conductores aún no tienen muy claro el beneficio real de tener coches eléctricos. Básicamente por desconocimiento del tema. Y segundo, porque deberán adaptarse a las nuevas condiciones, por lo que muchas personas que están acostumbradas a tener un coche propio tendrán que cambiar de hábitos de manera radical.
Los fabricantes han comenzado a desarrollar nuevos coches eléctricos y su cuota de mercado se ha multiplicado por diez en los últimos cuatro años. Aparentemente, estarán disponibles para las fechas indicadas. Y se espera que se ofrezcan las unidades suficientes como para satisfacer el mercado. Pero para ello será imprescindible que se vendan a un precio que resulte asequible para los consumidores.
Una dependencia complicada
Los expertos alertan de que hay un grave problema que parece que Europa no está considerando. Hasta ahora era el continente, era el que reinaba, junto con los EEUU, en materia de automoción. Pero para 2035 han elegido (e impuesto) una tecnología que prácticamente no conocen y que obviamente no dominan. Sin contar con la competencia que les están haciendo los fabricantes asiáticos a las grandes marcas europeas y americanas.
Europa tendrá que depender de Congo, Rusia, Camerún o China para que le provea de los imprescindibles ‘metales raros’ que se necesitan para fabricar las baterías de estos coches eléctricos. Y se necesitarán implementar sistemas de reciclaje eficaces cuando se acabe su vida útil. Con lo que se evitaría que las mismas acaben contaminando los suelos de las naciones pobres, al ser exportadas como basura electrónica. Y esos son problemas reales que la UE debe tomar seriamente en cuenta.
Es cierto que los coches eléctricos contaminan entre dos y tres veces menos que un vehículo que queme combustibles fósiles. Esto lo han demostrado infinidad de estudios. Pero mientras la electricidad dependa de centrales térmicas o atómicas, la dependencia de terceros países que aporten los combustibles necesarios no cesará. Así que se deben tomar medidas importantes destinadas a que los coches eléctricos logren alcanzar los niveles de contaminación cero a los que aspira la Unión Europea.