Con la llegada de las abrumadoras catástrofes detonadas por la crisis climática, la cual es fomentada por los gases de efecto invernadero como lo es el dióxido de carbono, más de una industria ha puesto manos a la obra con el fin de llegar a una considerable reducción de emisiones de CO2, especialmente la industria automotriz que se esmera en la creación de nuevos motores más eficientes y eficaces.
Una amplia lista de elecciones: ¿Cuál es la mejor opción?
Desde hace algún tiempo, los coches eléctricos se establecieron en el sector automovilístico como una de las grandes promesas para reducir las emisiones de dióxido de carbono, sin embargo estos coches presentan grandes complejidades con respecto a los tiempos de carga, algo que puede contar como una gran desventaja para muchos conductores.
Optando por métodos más innovadores, hace algún tiempo se descubrió el gran potencial que tiene el hidrógeno si es implementado como una fuente principal de combustible en el motor de un vehículo, otorgando una gran potencia, un rendimiento similar al alcanzado con otras alternativas de combustible, y además, una huella de carbono completamente nula.
A pesar de sus múltiples ventajas, el hidrógeno también tiene serios problemas al intentar ser establecido como una de las principales fuentes de combustible a lo largo del mundo y es que su producción ya resultaría ser costosa, a ello hay que sumarle las elevadas sumas relacionadas con el transporte del mismo.
El funcionamiento del hidrógeno en el motor de coches
Actualmente, el hidrógeno se usa como combustible en forma de gas. Los coches que utilizan hidrógeno tienen un sistema que genera electricidad a partir de este gas a través de un proceso llamado electrólisis. Esta electricidad carga una batería que luego impulsa un motor eléctrico.
Esto mismo tiene grandes ventajas para el medioambiente y el beneficio personal del conductor, y es que el único subproducto de este proceso es vapor de agua, siendo totalmente cero emisiones y la recarga es mucho más rápida que en los coches eléctricos convencionales.
Además de esta forma de uso, que es conocida gracias al coche Toyota Mirai, algunos fabricantes están explorando la posibilidad de usar hidrógeno en motores de combustión interna. Aunque esta opción es menos eficiente, mantiene la sensación y el sonido de los motores de gasolina. Incluso se está desarrollando un motor de hidrógeno que también inyecta agua como parte de su funcionamiento.
Una innovación que enorgullece a la industria automotriz
Los ingenieros de AVL Racetech, conocidos por su destacable trabajo en tecnología de competición para grandes eventos como la Fórmula 1 y NASCAR, han desarrollado un motor de hidrógeno realmente innovador.
Este motor es de 2.0 litros, turboalimentado, y produce 410 caballos de fuerza a 6,500 revoluciones por minuto, con un motor de 500 Nm entre 3,000 y 4,000 rpm. Estas cifras son comparables a las de los motores de gasolina turboalimentados con una potencia relativamente similar.
Aunque esta técnica no es nueva, ya que BMW la ha usado antes para enfriar el aire de admisión y controlar los encendidos prematuros causados por altas temperaturas, AVL Racetech la ha adaptado para mejorar la eficiencia y el rendimiento de los motores.
Para alcanzar estos grandes resultados, fue necesario inyectar agua caliente en el sistema de admisión del motor. Utilizan inyectores para llevarlo agua en el colector de admisión de aire, lo que permite una combustión más uniforme del hidrógeno y tiene una funcionalidad mayor, prevenir encendidos que podrían dañar el motor.
En conclusión, la industria automotriz está avanzando significativamente para reducir las emisiones de CO2 mediante la adopción de tecnologías más eficientes. Frente a este panorama, los coches eléctricos y de hidrógeno destacan por sus ventajas medioambientales, aunque los de hidrógeno están tomando cada vez mayor relevancia en el asunto.



















