A principios de la década de los 70, España sorprendió al mundo cuando un inventor extremeño empezó a recorrer el país mostrando su motor de agua que, según él, podía recorrer 900 kilómetros con tan sólo 4 litros de agua. Después de algunos años promocionando su invento, Don Arturo, el artífice de esta motocicleta ecológica, desapareció dejando muchas preguntas sin respuesta.
El motor de agua español que recorría 900 kilómetros con 4 litros de agua y un «ingrediente misterioso»
Arturo Estévez era un hombre peculiar que en pleno régimen franquista se dedicaba a desarrollar inventos que reflejaban su visión más bien optimista del futuro para la época en la que vivió. Entre sus invenciones encontramos una idea para asar pollos con luces infrarrojas y un «plano ala», un artefacto que servía para recuperar cohetes.
Nacido en la localidad de Valle Serena, que por entonces no superaba los mil habitantes, su nombre pasó a la historia cuando patentó un motor que funcionaba con agua cinco décadas antes del motor de agua salada presentado recientemente por una compañía alemana. Instalado en una motocicleta, el inventor llenaba el tanque con agua y añadía un componente que se negaba a revelar.
El hombre, hoy conocido popularmente como Don Arturo, exhibía un inusual idealismo al afirmar que su invento sería cedido libremente al estado para el uso de todas las personas. Sin embargo, aunque la moto se vio siempre en funcionamiento, el hombre desapareció de pronto del ojo público y nadie supo realmente cuál era el «ingrediente secreto» que la impulsaba.
De inventor perseguido por las petroleras a estafador: ¿Qué pasó con Don Arturo?
El motor español que funcionaba con agua prometía dejar atrás para siempre los combustibles fósiles en una época en la que los motores de hidrógeno y los coches eléctricos todavía parecían una lejana fantasía.
Hoy es evidente que lo que hacía su motor era extraer hidrógeno del agua para producir combustión, ya que no usaba las actuales pilas de combustible. Según informes de la época, Franco mandó a realizar una inspección técnica para evaluar la funcionalidad del invento, pero Don Arturo desapreció de los medios hasta que, en 1974, José Carrera Rey compró la mitad de los derechos del invento.
Carrera Rey era un empresario que quería tener parte en los beneficios del revolucionario invento, pero, tras pagar a Don Arturo 6 millones de pesetas, lo denunció por estafa, afirmando que el invento no funcionaba. En 1976 Arturo Estévez compareció ante la corte desmintiendo los rumores de haber sido desaparecido o silenciado por las petroleras.
Finalmente se descubre el secreto: el motor de agua funcionaba, pero nadie podría pagarlo
La corte falló a favor del inventor extremeño, afirmando que el hombre no había cometido estafa ya que genuinamente creía en la funcionalidad de su invento. Sin embargo, José Carrera Rey se quedó sin su dinero, ya que el «ingrediente secreto» del motor de agua era boro, un mineral que reacciona con el agua produciendo calor y separando el hidrógeno para producir la combustión.
Sin embargo, para igualar la autonomía de un coche de pila de hidrógeno actual, se requerirían 45 litros de agua y unos 19kg de boro, lo que costaría unos 68.000 euros. Por mucho menos, el Toyota Mirai recorre 600 kilómetros emitiendo únicamente vapor de agua.
El invento de Don Arturo que hoy es una realidad: el verdadero motor de agua
Arturo Estévez soñó con crear un motor que funcionara con agua y lo logró, obteniendo incluso un rédito económico de su invento, es algo que no se le puede negar. Hoy en día, su invento es una realidad, gracias a una compañía francesa que ha diseñado un propulsor que funciona con vapor de agua, en este caso una tecnología funcional que podría ayudar a descarbonizar la movilidad.