El mutualismo animal se diferencia de otras interacciones en las que una especie se beneficia a costas de otra, como el parasitismo, la depredación, etc. Esta es una forma de vida en la que dos especies que podrían vivir de manera independiente se unen permanente o esporádicamente y cada cual pone algo de su parte para la sobrevivencia de ambas.
En la naturaleza se dan muchos tipos de mutualismo animal. La más conocida es la de la polinización que llevan a cabo insectos y aves (colibríes, por ejemplo), los cuales a cambio de esparcir el polen de flor en flor se alimentan del néctar que estas producen.
En otros casos, generalmente una especie que es la más fuerte o la que tiene más recursos defensivos, es la que protege a la más débil y esta se lo “paga” con alguna habilidad o costumbre que resulta beneficiosa para el otro. Esa es la base del mutualismo animal: que cada especie gane algo de la relación.
La araña y el sapo
El sapo boqui estrecho es un aliado de un tipo de tarántula que generalmente devora ranas pequeñas. Sin embargo, en este caso, a cambio de que este pequeño anfibio se coma los parásitos que afectan a sus huevos, el arácnido le permite vivir en su madriguera bajo tierra. Y a su vez lo defiende de posibles predadores, como los búhos, lanzándoles pelos urticantes a los ojos. Un claro caso de mutualismo animal.
El lagarto y el escorpión
Los lagartos de cola espinosa del Sahara suelen esconderse en madrigueras que excavan para protegerse del sol y de los depredadores, principalmente los beduinos del desierto, que los consideran un manjar. Este reptil tiene una relación de mutualismo animal.
Convive con un venenoso vecino, el escorpión de cola gruesa. A quién da cobijo a cambio de que, si un humano mete la mano en busca del preciado bocado reptiliano, el arácnido lo defienda con su potente y dolorosa picadura.
El pájaro y el búfalo
En el África subsahariana viven dos especies muy diferentes que sobreviven gracias al mutualismo animal. Son un ave y un mamífero, que mantienen una relación muy especial: el picabueyes y el búfalo de El Cabo. El búfalo le da cobijo en su lomo y espanta a los posibles atacantes del pájaro y este le paga la protección quitándole parásitos como chinches, garrapatas o piojos, que le sirven de suculento alimento. Esta ave también les presta sus servicios a otros mamíferos y a veces, hasta a los cocodrilos.
El pez y la gamba
El pez gobio vive en la naturaleza en el mismo agujero que la gamba ciega y son un ejemplo de mutualismo animal. Ambos mantienen una relación tan estrecha que el artrópodo siempre tiene al menos una de sus antenas en contacto con el pez. El gobio posee muy buena vista y es más grande, por lo que se dedica a vigilar, mientras su compañera cuida la madriguera, limpiándola y manteniéndola en buenas condiciones, al fin y al cabo allí desovarán ambos.
La oruga y las hormigas
En las selvas tropicales hay varios casos de mutualismo animal, uno de ellos es el que mantiene una oruga con una colonia de hormigas. La primera produce gotitas de un líquido dulce con el que “compra” el favor de las hormigas y estas le protegen. Cuando se transforma en crisálida también la cuidan, pero en el instante en el que el capullo se rompe, la mariposa debe apresurarse a volar o será atacada por sus antiguas defensoras.
La morena y la gamba
La morena es un pez carnívoro de grandes y afilados dientes que vive en cuevas entre las grietas de las profundidades marinas. El problema que tiene es que no puede limpiarse los dientes tras la comida, por lo que recurre al mutualismo animal. Esta es una tarea que han tomado como suya a las gambas rojas y lo hacen a cambio de la protección del enorme pez con el que también comparten madriguera.
La hormiga y la acacia
Muchas hormigas aprovechan que la acacia cuerno de toro tiene unas espinas ahuecadas y de gran tamaño para anidar en ellas, de esta manera la protegen de los herbívoros que pretenden comer sus brotes. Además, suelen cortar las plantas que se encuentran en los alrededores de cada árbol, acabando con la competencia por los nutrientes del suelo. La acacia, no solo les da un refugio seguro, sino que produce un líquido con altos contenidos en azúcares, que le sirve de alimento a sus protectoras con las que conviven en un plácido mutualismo animal.
Los escualos y los peces ‘limpiadores’
Los escualos, como el tiburón blanco, el tintoreto, el martillo, el tiburón ballena y hasta las mantas rayas, suelen ir a determinados sitios donde se encuentran los peces pilotos, expertos limpiadores de mandíbulas, branquias y piel. De esta manera estos pequeños no solo consiguen un buen alimento, sino que mientras están atareados con sus enormes clientes a nadie se le ocurre molestarlos. Un maravilloso ejemplo de mutualismo animal.
La hormiga y el pulgón
Existe un tipo de hormigas que a cambio de proteger a los pulgones que se instalan en las plantas cercanas a los hormigueros, estos les proporcionan un dulce néctar que fabrican con la savia obtenida de los tallos y hojas que comen. Las hormigas acicalan y masajean el abdomen del pulgón y este expele una gota que ellas devoran rápidamente, mientras vigilan con atención que nadie se acerque a sus proveedores de golosinas.