¿Qué es la Ecología de la resurrección? Es la que permite a los investigadores identificar las distintas etapas de la evolución de una especie extinta ‘resucitada’, mediante la comparación con sus descendientes vivos. Para conseguirlo, se recolectan los propágulos latentes de dicha especie, preservados en el permafrost, en los suelos o en los sedimentos.
Este tipo de resurrecciones son relativamente recientes, pues se han conseguido por primera vez hace unos 20 años. La primera vez se hizo experimentando con un crustáceo parecido al camarón llamado Daphnia, también conocido como pulga de agua.
Los protagonistas más conocidos de este tipo de experimento incluyen un virus que infecta las amebas gigantes, el cual fue “revivido” después de pasar 30.000 años congelado en el hielo siberiano. Y un musgo que estuvo enterrado en el hielo antártico durante más de 1.500 años. También se ha logrado resucitar una cabra extinta, pero el cabrito no sobrevivió más que unas horas.
Comparando presente y pasado
La Daphnia es un microorganismo que se encuentra en la actualidad en lagos, estanques, arroyos y ríos. En el otoño producen los llamados “huevos de invierno”, que están encerrados en una cáscara muy gruesa. Algunos terminan enterrados en el fango, sin llegar a eclosionar.
En 2004, los investigadores encontraron la manera de resucitar estos huevos que habían estado soterrados en el sedimento del lago Superior durante décadas, identificando así un repositorio de información genética y ecológica a largo plazo y sentando las bases de la ecología de la resurrección.
Durante el mencionado estudio, los científicos se centraron en un huevo de 700 años de edad encontrado en el Center Lake en Minnesota. Y tras “resucitar” a la Daphnia, la estudiaron para entender cómo los antiguos crustáceos utilizaban el fósforo, en comparación con sus contrapartes de la era moderna.
Los resultados coincidieron con los datos históricos. Las concentraciones de fósforo en el lago aumentaron dramáticamente a finales de 1800, debido a su uso como fertilizante en las granjas cercanas. Y la Dafnia revivida era un testigo de dicha situación provocada por el ser humano.
Resurrección y regeneración
Entre los primeros que lograron la hazaña estuvo un grupo de investigadores que llegó a regenerar plantas a partir de tejido de fruta de 30.000 años. Este estaba enterrado en el permafrost de Siberia y se conservó de forma natural. Este hecho demuestra que el permafrost es un «depósito» o una reserva genética muy antigua. Y que puede ser un recurso importante para los estudios evolutivos.
Los científicos que descubrieron un virus gigante que ataca a las amebas y lo “revivieron”. Luego explicaron que la reactivación de un virus sugiere que el deshielo del permafrost, ya sea por el calentamiento global o la explotación industrial de las regiones circumpolares, podría no estar exento de futuras amenazas para la salud humana o animal.
Hace unos años, un equipo de científicos logró revivir un antiguo musgo encontrado en Signy Island, cerca de la Antártida, a partir de esporas de dicha especie. Las colocaron en una incubadora a una temperatura y un nivel de luz normales para su desarrollo. Sorprendentemente, el musgo comenzó a crecer después de solo unas pocas semanas.
Terminología
Algunos argumentan que la denominación «ecología de la resurrección» debe aplicarse a los estudios de huevos eclosionados de Daphnia. Mientras que las otras resurrecciones deben estar dentro de la «biología de la resurrección.» En este caso, la semántica puede llegar a ser complicada, ya que la resurrección aplicada a la conservación en realidad se llama des-extinción. Esto equivaldría a revivir al tigre dientes de sable o al mamut lanudo.
Planteamientos éticos
Este tipo de experiencias van de la mano de un sinnúmero de problemas éticos y son tema de debate en varios ámbitos, puesto que plantea una serie de dudas. ¿Estamos reviviendo microorganismos que pueden causar daño a los seres humanos, a las plantas o a los animales silvestres?
¿Estamos resucitando potenciales plagas de los cultivos? ¿Por qué traer de vuelta el mamut lanudo, mientras que su pariente más cercano, el elefante africano, se ve amenazada por la caza furtiva? ¿Hay que revivir especies que no pueden ser soportados por los hábitats existentes?
El panorama futuro en cuanto al estudio de este tipo de organismos “traídos de vuelta a la vida”, genera un sinfín de oportunidades de investigación. Pero sin dudas estos experimentos tienen su lado oscuro, por lo que los mismos científicos se preguntan: ¿dónde debemos poner el límite?