Ante las sospechas de que el ejemplar hallado muerto estuviera envenenado, intervino la Unidad Canina especializada en detección de venenos de la Guardia Civil.
Los hechos se descubrieron en marzo de 2016 y las investigaciones se iniciaron gracias a la localización de la señal del emisor de seguimiento que llevaba el águila imperial hallada muerta, una especie de rapaz catalogada en peligro de extinción.
Ante las sospechas de que el ejemplar hallado muerto estuviera envenenado, intervino la Unidad Canina especializada en detección de venenos de la Guardia Civil, junto con el SEPRONA, Agentes el Medio Natural de Extremadura y técnicos de Ministerio de Medio Ambiente que realizaban el seguimiento del ave.
En la inspección de las naves de la finca, muy próxima a donde se encontró el águila – y con antecedentes de envenenamientos de fauna en años anteriores- los agentes localizaron una sustancia tóxica habitualmente utilizada por los envenenadores de fauna y una jeringuilla impregnada de esa misma sustancia, además de diversas artes prohibidas de caza. En la misma finca se hallaron, además, otros ejemplares envenenados como un milano negro y un zorro.
Los análisis del ejemplar revelaron que había muerto envenenado con el mismo tóxico hallado en las naves de la propiedad. En el año 2013, la Unidad canina de la Guardia Civil ya había encontrado en la finca Valdepalacios un águila real envenenada con idéntica sustancia.
La lucha contra el veneno es una de nuestras prioridades pues representa una de las principales amenazas para muchas especies protegidas. Se calcula que los cebos envenenados habrían matado a 185.000 animales en España en el período 1992-2013, entre aves y mamíferos, muchas de ellas especies amenazadas. Para evitarlo, desarrollamos desde 1998 el Proyecto contra el Veneno, en el que se impulsan distintas líneas de actuación enfocadas a reducir la impunidad de los envenenadores.
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