Se refería a la marea negra del golfo de México, la peor de la historia de Estados Unidos, provocada por el naufragio el 22 de abril de la plataforma Deepwater Horizon, explotada por el grupo petrolero británico BP.
«En casos como éstos, incluso las compañías más ricas, incluso los países más grandes podrían carecer de dinero», recalcó el presidente ruso.
«Voy a plantear este tema durante la cumbre del G20» que se celebrará en Canadá a finales de junio, añadió. Según el presidente ruso, las leyes internacionales existentes «no bastan para hacer frente a esta tragedia».
Medvedev reconoció que Rusia había heredado problemas ecológicos «enormes» de la Unión Soviética, principalmente «más de 2.000 millones de toneladas de desechos industriales».
«Hay lugares donde la situación ecológica es nefasta para la vida», estimó el jefe del Estado ruso.
Lamentó que hubiera tardado tanto la concienciación sobre este asunto. «Las consecuencias de esta actitud patán y desdeñosa hacia la naturaleza podrían ser de envergadura e imprevisibles», recalcó.
Y concluyó: «No tendremos futuro si no seguimos estrictamente las normas ecológicas».
El presidente animó a sus conciudadanos a luchar contra «el analfabetismo y la indiferencia» en materia medioambiental y a «protestar si hace falta».
Miles de personas se manifestaron este año contra la reapertura de una fábrica de celulosa a orillas del lago Baikal, en Siberia, autorizada por el primer ministro ruso Vladimir Putin.