El estudio, que ha sido publicado en ‘Ecology’, tiene como objetivo investigar sobre «el impacto de los depredadores en el comportamiento y morfología de las poblaciones de sus presas», según ha explicado una de las autoras de este estudio, Shannon McCauley, quien ha apuntado que, «a medida que se aprende más sobre la respuesta de los animales a condiciones estresantes, ya sea debido a depredadores u otros factores naturales como causados, se ve que el estrés genera un riesgo mayor de muerte».
Para llevar a cabo este trabajo, los expertos criaron larvas de libélulas (Leucorrhinia intacta) en un acuario, junto con sus depredadores. Ambos grupos estaban separados de forma que si bien las larvas podían ver y oler a sus depredadores, éstos no podían alcanzarlas. En este caso las larvas tuvieron un índice de supervivencia entre 2,5 y 4,3 veces menor que aquellas no sometidas al mismo estrés.
Por otra parte, expusieron a libélulas juveniles a la presencia de un depredador. Un 11 por ciento murió en el proceso de metamorfosis hacia insectos adultos, mientras que en aquellas que no soportaron esta presión el porcentaje de fallecimiento fue de un 2 por ciento. «Las libélulas juveniles que crecieron en presencia de depredadores o bien morían en el proceso de metamorfosis con mayor frecuencia o no lograban completarlo exitosamente», ha señalado McCauley.
En este sentido, ha destacado que «las respuestas al estrés pueden tener un coste muy alto para los animales, afectando su capacidad para combatir otras amenazas en el ambiente y haciéndolos más vulnerables a otros factores de mortandad».
Ahora, los investigadores tratan de estudiar cuáles son los cambios precisos que tienen lugar en los insectos ante la presencia de un depredador. Se barajan cambios hormonales. Además, los científicos indican que la presencia de depredadores puede desviar energía que «los insectos no pueden usar para combatir enfermedades, parásitos o desnutrición».
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