Día Mundial del Loro 2025: un loro puede vivir entre 35 y 30 años, sobre todo las especies de mayor tamaño. Se caracterizan por su habilidad para la imitación y reproducción de sonidos, así como por sus características patas con cuatro dedos, dos hacia delante y dos hacia atrás.
Son cariñosos y suelen ser divertidos, muy juguetones y buenos compañeros. Se recomienda estimularles mucho porque son muy inteligentes. A pesar de que los loros son omnívoros, los que viven en cautividad se alimentan habitualmente de frutas y semillas. El loro también se caracteriza por ser monógamo, manteniendo la misma pareja a lo largo de su vida.
La memoria de los loros. Investigadores del Instituto Max Planck de Inteligencia Biológica,han descubierto que los loros son capaces de recordar las acciones que han realizado, lo que supone la primera evidencia de la existencia de representación mental de uno mismo y memoria episódica en aves.
Hoy 31 de mayo es el Día Mundial del Loro 2025, una efeméride que se creó para informar de las capacidades y la importancia de estos psitácidos en los ecosistemas del mundo y de las graves amenazas que pesan sobre muchas de estas especies.
Una inteligencia superior
Según los expertos consultados en el Día Mundial del Loro 2025, las capacidades cognitivas de un loro se estiman equivalentes a las de un niño humano de 4 a 5 años y en el ranking de inteligencia en el reino animal, el loro ocupa la tercera posición detrás del chimpancé y el delfín. Esto se debe a que, aunque el cerebro es más pequeño en las aves que en los mamíferos, el área dedicada a la inteligencia tiene proporcionalmente la misma importancia.
Asombrosas habilidades
Si nos interesa la reproducción de sonidos y su don de imitar la voz humana, cabe destacar que las especies más adaptadas a esta práctica como el gabón gris y el guacamayo azul son aves que no tienen cuerdas vocales, pero poseen un órgano equivalente en la base de su tráquea, que se llama siringe (como la flauta de Pan en la mitología griega). Gracias a esto tienen la capacidad de articular y modelar sonidos con su lengua flexible.
La gran pregunta que surge al respecto es si entienden lo que dicen. Y una vez más hay que recurrir a los expertos en comportamiento animal, que explican que en realidad un loro no busca dar sentido a lo que dice sino provocar interacción social y mantener un contacto significativo con quienes lo rodean.
En estado salvaje, los loros son animales eminentemente sociales que dedican su tiempo a comunicarse con sus pares, incluso desarrollando dialectos con matices regionales. Por lo tanto, la inteligencia única de los loros es probablemente el resultado de la combinación de esta capacidad de comunicarse ancestralmente en grupos colaborativos muy unidos, su predisposición a aprender y su capacidad de usar sus patas y pico de manera coordinada para fabricar herramientas.
En grave peligro
La instauración del Día Mundial del Loro se debe a que en todas partes del mundo donde habita naturalmente, que son las zonas tropicales y subtropicales, el número de individuos de las diferentes especies está en franco declive.
Quienes estudian su estado, como es el caso de los científicos que generan la Lista Roja de la UICN estiman que más de una cuarta parte de las especies de loros de todo el planeta están amenazadas.
Los loros son víctimas de la deforestación de su hábitat favorito (el bosque tropical), de una formidable enfermedad del tipo zoonosis que es transmisible al hombre llamada psitacosis y de su éxito como animales de compañía. Esto último fomenta la caza furtiva y tráfico ilegal a pesar de ser especies protegidas.
Algunas especies de loros ya están al borde de la extinción, como el guacamayo de Spix o el kakapo. Otros ya han desaparecido por completo como el periquito de Carolina (Conuropsis carolinensis) más conocido como cotorra de cabeza amarilla, un agraciado loro que vivía en Estados Unidos antes de ser completamente erradicado hasta su completa extinción en 1914 porque según los agricultores, era ‘dañino’ para sus cultivos.
Los loros invasores
Si bien muchísimas especies de loros están en peligro, los hay que, por el contrario, han prosperado mucho hasta el punto de volverse especies invasoras. Gracias a su inteligencia, a su capacidad de adaptación y a su vida gregaria en grupos organizados, se reproducen a gran velocidad y colonizan nuevos hábitats.
Las ciudades de Europa son fiel ejemplo de este problema, ya que han sido ‘conquistadas’ por las cotorras argentinas y los periquitos de cuello amarillo (Psittacula krameri), dos especies foráneas, la primera de América del Sur y la segunda del sudeste asiático y África, que entraron al país de manera legal y por negligencia o abandono acabaron siendo una plaga (igual que en sus lugares de origen). A día de hoy son combatidas y está prohibida su tenencia y reproducción.